Clapper txt_MARTÍN PUEBLAS_Jun_2019

Es el cumpleaños de Andy. Eso significa varias cosas: niños jugando escandalosamente por toda la casa, una interrupción de la rutina diaria y nuevos juguetes de regalo. Por eso es que el comisario Woody, encargado del orden en el cuarto, manda al comando de soldaditos a reportar las novedades. Rex teme que otro dinosaurio lo relegue como primer depredador, mientras que el Señor Cara de Papa cruza sus dedos de plástico implorando por un tubérculo femenino. A último momento, la madre saca un paquete gigante del armario. Sí hay un juguete nuevo, y efectivamente todo va a cambiar. Acaba de aterrizar Buzz Lightyear, guardián estelar.

Nos has salvado, estamos agradecidos

En 1996 (1997 en la Argentina) se estrenó la primera colaboración entre un Disney ya instalado como líder absoluto de la producción de cine infantil y una incipiente Pixar liderada por Steve Jobs. Es conocida la historia de reivindicación del ex fundador de Apple y de cómo este emprendimiento lo haría volver a entrar por la puerta grande a su primera compañía.

La marca del velador y la pelota recién había sacado un par de cortos animados y buscaban ir por más. El objetivo era crear un buen producto, tanto narrativo como visual, y poder equilibrar así un poco unas finanzas por demás endebles. Podría decirse… salvar la empresa. La primera película de Toy Story recaudó 362 millones de dólares a nivel mundial. Y con los años la franquicia se convertiría en una de las generadoras de mayor recaudación de la historia.

Nuevamente Pixar vuelve a sorprender con un nivel de detalle visual nunca antes visto.

¡JU-GUE-TE, ERES UN JUGUETE!

Hace 24 años empezó esta historia, que pasó a ser parte de todos. Con una calidad visual impresionante para la época. Toy Story no sólo revolucionó la industria cinematográfica al ser la primera película completamente animada con tecnología CGI, sino que envejeció muy bien. El cuidado en los detalles y la estética más bien clásica es importante a la hora de entender cómo puede seguir sosteniéndose tan sólidamente. Pero la verdadera razón de su atemporalidad está en que es una historia sobre vínculos. Hay infancias, referencias a otras películas, chistes con doble sentido, pero sobre todo hay personajes complejos que atraviesan crisis que nos pasan a todos en los distintos momentos de nuestras vidas. Lo universal radica, no en que todos fuimos Andy, sino en que sin ser juguetes todos fuimos Woody, Buzz o Slinky.

Hay dos problemas esenciales en el comienzo de esta historia. Woody tiene celos porque el recién llegado guardián estelar le sacó el protagonismo en los juegos y la vida de Andy. El segundo dilema es que Buzz realmente se cree un guardián estelar. Este entrecruzamiento los va a terminar llevando por una travesía que desemboca en la habitación del vecino de al lado. Si uno fuera un juguete es probable que el peor lugar en el que podría estar sería en el de un sádico acribillador y destructor de juguetes. Ahí terminan el comisario y Buzz, su nombre es Syd y está decidido a hacer volar a Lightyear con un cohete real. Boom.

La trama no solamente tiene que ver con una serie de problemas concretos, sino con los procesos que los dos protagonistas van atravesando. Así es que Buzz sale de su caverna platónica y se encandila con la luz de un sol al que no puede llegar. Lo ve alejarse mientras cae por las escaleras, porque sus alas son de plástico y su origen Taiwán. Mientras tanto Woody deja de intentar devolver a Buzz con Andy por el simple hecho de que es su único boleto de regreso a su antiguo cuarto, sino que lo hace porque quien supo ser su rival pasó a ser su amigo. Lejos de la moralina que puede empapar a los clásicos de Disney, Toy Story muestra miserias reales y lazos muy humanos.

La nueva versión de Betty (Boo Beep en el doblaje actual) es sin dudas la protagonista del grupo.

¿Para qué cruzaron la calle los juguetes?

En 1999 Toy Story volvió a las salas de cine con una secuela impecable. Si la primera parte se sostiene muy bien en el tiempo, la segunda podría ser una producción actual sin ningún tipo de problemas ni vergüenzas. Terminada en tiempo record, se convirtió en la película animada con el plazo de entrega más corto de la historia de Pixar. Había sido pensada en un comienzo como un film televisivo de una hora, pero tanto Tom Hanks como Tim Allen –las voces detrás de Woody y Buzz- presionaron para que fuese a las pantallas de cine. Gran acierto. Toy Story 2 rompió los records de taquilla de su predecesora y consiguió críticas impecables a nivel mundial.

Woody está por irse de campamento con Andy, cuando descubre una cruel realidad. No sólo su niño esta creciendo, sino que él mismo es finito. En vez de ir al viaje queda en una repisa polvorienta, el lugar donde perecen los juguetes rotos. Rotos como él, que se le acaba de descocer el brazo. Al, el dueño de una juguetería lo roba y hace que descubra que antes del boom espacial generado por el despegue del Sputnik fue un personaje famoso. Su captor no sólo vende juguetes, sino que tiene una increíble colección del Show de Woody. Habiendo conseguido al sheriff va embalar todo para venderlo.

¡Museo! ¿Qué Museo?

-Nos venderán, al Gran Museo de Juguetes de Tokio.

Así conoce a los juguetes del resto del show. Jesse, la vaquerita; su fiel corcel, Tiro al Blanco; y un oloroso Pete, todavía en su empaque original. Este último va a hacer todo lo posible por convencer a Woody de que no existe mejor destino para un juguete que poder ser admirado por siempre en una vitrina. Casi logra frustrar los planes de Buzz y sus amigos, quienes recorrieron la ciudad para poder rescatar al comisario. Pero, nuevamente, más allá de los tropiezos y desventuras lo que importa es más profundo. Y ahí radica nuevamente la universalidad de Toy Story. Todos somos en algún punto Woody, preguntándonos ¿Para qué estamos acá? y la respuesta vuelve a ser la misma, somos los vínculos que establecemos. Por eso el comisario decide volver con sus amigos, los viejos y los nuevos.

Bienvenidos a Sunnyside

Vuelven a pasar los años y Toy Story vuelve a patear el tablero. En una época plagada de animaciones en CGI y continuaciones innecesarias, las aventuras del grupo de juguetes vuelven a imponerse como una de las mejores y más taquilleras películas del 2010. Andy se va a la universidad, y sus juguetes se replantean su destino. Puede ser la basura o a lo sumo el altillo. Para todos, salvo para Woody que fue el único elegido por su dueño en un afán secreto de no irse del todo. Producto del azar y una serie de hechos desafortunados terminan en la guardería Sunnyside, dirigida por el peluche con olor a frambuesa Lotso.

En un principio tierno y bonachón, se trata de un villano que continúa con la constitución del Oloroso Pete. Los malos de Toy Story no son íntegramente malvados, no son Zurg tratando de reinar el universo. Se trata de juguetes con mala suerte, con malos tratos, con experiencias dolorosas que los fueron moldeando y llevando a vidas miserables. Nuevamente el dilema que subyace en los idas y vueltas es la piedra base de la película. Si Andy se va ¿qué les queda? ¿Siguen teniendo que estar para él? Toy Story 3 fue el cierre perfecto de un grupo de juguetes con el nombre de quien supo ser un niño en sus pies. Woody, Buzz y el resto pasan a ser juguetes de Bonnie quien se encarga de volver a hacerlos jugar y sentirse realizados.

El final que no sabíamos que necesitábamos

En un mundo aterrorizado casi de forma ridícula por los spoilers y en un país con la entrada del cine prácticamente dolarizada es complicado hablar de uno de los mayores eventos cinematográficos del año. Quizás de la década. Toy Story 4 rompió los records en su primer fin de semana de proyección. Incluso logró desplazar a la gran promesa de este 2019: Avengers, End Game. Los especialistas y críticos de cine que tuvieron la posibilidad de ver el prestreno especial ya lo habían anunciado. Toy Story 4 es el final que no sabíamos que nos hacía falta. Si bien todos coincidían en que la tercera parte era un final perfecto, lo era sobre el vínculo de los juguetes con Andy.

A partir de su separación es que surgen infinidad de nuevas situaciones y nuevos planteos. Forky va a aparecer en escena con la ingenuidad de un niño y con la misma carga de preguntas. Es un tenedor devenido en juguete en mitad de la edad del ¿por qué? Tratando de convencerlo de que la basura ya no es su lugar, Woody va a volver a encontrarse con Betty, su antiguo amor. Antes muñeca de la hermana de Andy, hoy libre. Perdida, le va a decir Woody, pero ya no tan seguro de sus palabras.

Un motociclista acróbata canadiense, dos premios de un juego de feria y una muñeca antigua en busca de una voz interior son sólo algunos de los nuevos integrantes de un mundo cada vez más grande y basto. Pero sobre todo, real. ¿Qué hace que un juguete sea un juguete? ¿Hay vida más allá de los niños? ¿Cuál es el límite de la libertad? Toy Story 4 es un cierre ineludible para más de dos generaciones que fueron creciendo con esta historia, ya cada vez más seguros de que la vida no se trata tanto de saber volar, sino de caer con estilo.