Clapper txt_Agustín Vargas

En 1983, Francis Ford Coppola filmó Rumble Fish (La ley de la calle), basada en la novela homónima de S.E. Hinton. Ambientada en la década del ’50 en Estados Unidos, Rusty James (Matt Dillon) es un joven que sueña con volver a los tiempos en que las pandillas se disputaban las calles. Su anhelo no es azaroso: creció bajo la sombra de su hermano mayor, quien en su momento supo reinar y edificar su leyenda: la de El chico de la moto.

El chico de la moto (Mickey Rourke) lleva dos semanas sin aparecer y crece la incertidumbre sobre dónde podría estar. Las paredes pintadas atestiguan su influencia. Muchos quieren ser como él; la policía, en tanto, lo quiere lejos o muerto. Mientras, su hermano Rusty James no se queda atrás: junto con sus compañeros pactan una cita para agarrarse a trompadas con otro grupo. De imprevisto, en medio de la pelea El chico de la moto surge entre la bruma. Pero con su reaparición las cosas se alteran; es hora de buscar nuevos rumbos, otros sentidos. Al fin y al cabo, dice, para guiar a alguien uno debe tener adónde ir.

El director de El Padrino y Apocalypse Now convocó para este largometraje a jóvenes actores que hoy son grandes estrellas de la industria hollywoodense: además de Matt Dillon y Mickey Rourke, participan Nicolas Cage, Diane Lane y, en menor medida, Sofia Coppola y Tom Waits. Entre ellos, Rourke se destaca por su magistral interpretación como El chico de la moto, un ser afable y enigmático; sordo y daltónico. Para algunos, poseedor de una inusual sensibilidad; para otros, un loco… pero hasta la sociedad más primitiva siente un respeto innato por los dementes, dice. En su visión, Coppola posa la cámara.

— ¿Cómo ves las cosas?
— Como un televisor en blanco y negro a bajo volumen

Ganándose el estatus de película de culto con el correr de los años, Rumble Fish está rodada en un bello blanco y negro —lo único en color son unos “peces luchadores” que sirven para acentuar la metáfora de la obra— que da vida a callejones sin salida, bares y billares ajetreados de borrachos y avenidas donde la prostitución y la heroína están a la orden del día.

Preso de una ilusión, Rusty James se resiste a los cambios. La presencia de su hermano, un faro en su vida, y noticias familiares que éste trae consigo serán unos de los ejes que motorizarán una historia que se nutre del drama y la reflexión social e identitaria.

— Las pandillas van a volver. Una vez que saquen las drogas de las calles la gente insistirá en que suceda. Las verás volver… si vives hasta ese momento.

De brazos cruzados y cigarrillo en boca, Rourke mira el cielo y calla mientras esboza una sonrisa. La poética de la imagen en Rumble Fish golpea con la añoranza de un ayer divinizado que brota y sangra en un presente que lejos está de ser el ideal.

Allá van, por el río rumbo al océano, coloridos peces que se reencuentran con su hogar.

Por si todavía no la viste (o querés volver a verla) te dejamos Rumble Fish subtitulada: