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«Mapamundi» es un mapa precioso sobre las experiencias de una nena que vive en el campo con sus abuelos. El libro tiene nueve cuentos, pero podría ser leído también como una novela corta, ya que la protagonista de cada uno de los relatos es esa nena y su mirada tan peculiar sobre la vida de los adultos. La tía Vero, el abuelo médico rural, la abuela, Armín, las monjas, Ugo su amigo con quien juega, conforman un mundo literario sensible pero como un iceberg que esconde por debajo una parte importante que lo sostiene. Encontramos una historia de pérdidas, de separaciones, de amores terminados, de una vida que pareciera manifestarse de manera tranquila por su escenario pero que visibiliza lo complejo de las relaciones humanas.

Lila dice que escribe desde siempre, desde que aprendió a leer y a escribir, porque lo considera algo maravilloso. “Podemos tener tiempos de pereza, u olvidarnos de esa destreza maravillosa que es escribir pero siempre se vuelve”, contó. Lila fue maestra de escuela y como maestra la escritura siempre formó parte de su vida y de su oficio. Estudió muchas carreras, pero en verdad lo único que quiso siempre fue escribir. Y piensa que tal vez llegó tardía la publicación de su primer libro. A la hora de contar el por qué, dice que publicar es “otra cosa”.

Lila Gianelloni, escribir un cuento, encontrar el momento

Quería que el libro sea lo más sólido posible. Me gustaba que las historias de los cuentos estén unidas, en general me gusta escribir cuentos y en ellos hay un hilo conductor, creando el artefacto que los completa, que arma un mundito, que se sostenga a través de los relatos”. En este caso, en «Mapamundi» le gustó que los personajes de los cuentos sean los mismos. Anteriormente, tenía cosas sueltas y no sentía que eso fuera un libro, no es que buscara la excelencia, sino que cree que todo lo que tiene que ver con la escritura y la literatura es un proceso muy lento.

Escribir un cuento puede llevar mucho tiempo. Bueno, para la lectura también. La lectura y la escritura, tienen que ver con el tiempo. Hacerse tiempo, encontrar el tiempo, el momento. Es toda una construcción interna al momento de publicar, para sostener el libro en el tiempo. Tuve suerte porque encontré una editorial que creyó en mí, Paisanita. Por alguna razón, no tenía apuro a publicar. Pero cuando no tener apuro se convirtió en algo más cercano a un impedimento, que a un disfrute, pensé que era el momento”.

La voz de la niña protagonista de los cuentos que forman parte de Mapamundi, son la cruza de miles de voces de niños y niñas, dice Lila. “Y se suma la voz propia, creo que la relación con los niños y las niñas de tantos años en la docencia puede haber influenciado, creo que una se pone más grande y los escucha más”. La nena mira y describe con su voz el mundo adulto. Ella no juzga, cuenta lo que ve, con su inocencia e incluso muchas veces, sin entender realmente lo qué sucede. “Cuando éramos pequeños, veíamos eso, pedazos de historias, de cosas, y de eso estamos hechos. Nuestra noción del mundo de manera adulta, está llena de esos agujeros de cómo veíamos el mundo siendo niños”, dice Lila.

Lila Gianelloni, el campo y la lectura de Benjamin

El campo es un escenario conocido para ella, su escritura muestra que lo conoce muy bien. Para ella el campo sirvió como una página en blanco donde empezar a escribir. Pensó qué le pasaba con ese paisaje, después de un tiempo, se dio cuenta que muchas veces leyó a Walter Benjamin y su texto sobre el campo. El autor habla de un álamo, árbol que está presente en los cuentos de Lila, fue ahí cuando se le vino esa imagen para comenzar a escribirlo. “En el libro hay dos o tres datos de la realidad de la cual me basé para escribir, por ejemplo, que mi abuelo fue un médico rural, eso me permitió tener el escenario y contar otras cosas, siempre con la mirada de la niña. Creo que se toman rasgos y se van conformando los personajes, la tía Verónica no es nadie en especial pero seguramente es la suma de muchas mujeres.”

En el transcurso de la entrevista que se hizo en un bar céntrico de la ciudad, los noticieros en los televisores marcaban con placas rojas la suba acelerada e irrefrenable del dólar. Lila miraba de reojo, con preocupación. Fue inevitable no comentar y charlar sobre la situación del país, y el momento de crisis. En ese sentido, Lila dice que lo que escribe es ficción, que tal vez no es un disparador inmediato escribir sobre la realidad, pero es probable que aparezca algo de eso en su escritura, incluso tal vez, con una vaca sola en el campo. “Algo está presente, escribimos con lo que somos”.

La autora escribe narrativa y puntualmente prefiere los cuentos. “El cuento es extraordinario, porque tiene la velocidad justa, me gusta poder leer un cuento de una sentada y poder quedarme rápidamente con una emoción que perdura, porque el golpe es fuerte del cuento, corto pero fuerte. Obviamente todo esto no lo inventé yo”, dijo mientras se reía, y continuó: “Sabemos lo que dijeron sobre el cuento, los grandes escritores como Cortázar por ejemplo”.

Lila Gianelloni, su paso por talleres literarios

Lila fue a variados talleres literarios, pasó por el de Sandra Russo, incluso participó del de Samanta Schweblin antes que se instale en Berlín y este libro tuvo la corrección de la prestigiosa escritora Liliana Hekker, que además, fue ella quien le presentó el libro en Buenos Aires. Liliana es una maestra de maestras, a quien Lila aprendió a querer mucho. “Los talleres literarios me gustan porque me gusta escuchar historias. Muchas veces el mundo afuera no es un lugar agradable, y una está ahí adentro escuchando historias que pueden estar incompletas, con más errores, con menos, pero que me conectan con el mundo de otra manera, con lo humano, que me parece que es un estado extraordinario del que nadie debería privarse”.

Para ella son lugares de creación e instancias de creaciones colectivas aunque la escritura en sí es solitaria, en los talleres se nutre en el intercambio.El silencio, la escucha y la respiración en la lectura. Los seres humanos se contaban historias alrededor del fuego antes de que se inventara la escritura. Sentarse a contarse historias me parece que es algo que no hay que perder. Porque quien no puede imaginar, creo que no puede pensar un mundo justo, no puede imaginar que las cosas sean de otra manera, que las cosas en este estado que conocemos que tanto dolor nos causa puede ser de otra manera, pero para eso creo que hay tener imaginación, se requiere de contar historias y transmitirlas”.

Para Lila la escritura es algo que no puede dejar de hacer, y es algo que siente que la hace mejor.No es que te hace mejor o peor persona en cuestión moral o de valoración de ese tipo pero sí la literatura te hace comprender quién es una y lo difícil que es llegar a entenderse. También lo difícil que es tener las ideas en la cabeza para después llevarlas al papel. Creo que la escritura es un oficio hermoso, que está a las manos de todos”, expresó al finalizar la entrevista.

La autora de Mapamundi también escribió un cuento infantil que publicará pronto la editorial rosarina Libros Silvestres, y tiene en el tintero otra serie de cuentos preparados para un posible nuevo libro. Lila es de esas escritoras que una agradecer encontrar, con una escritura prolija, trabajada, sensible y sencilla, que esperemos, sea el primer libro de muchos de esta autora local que nos regaló este hermoso mapamundi de palabras contadas por una niña.