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El origen de la instalación artística, se puede encontrar en las obras de los dadaístas como Duchamp. Aunque se puso de moda a partir de las últimas cuatro décadas del siglo XX. Un ejemplo de esto, fue la obra La Menesunda de Marta Minujín, que rápidamente se convirtió en un hito de la historia del arte argentino.

Todavía hay artistas que siguen creando instalaciones y con resultados impactantes. En particular existen dos artistas. El primero es James Turrell. Era parte del minimalismo de los años 60; pero a finales del siglo XX, donde volvió a tener fama por sus instalaciones lumínicas. Tiene obras como los Skyscapes, que consiste en un espacio cerrado a excepción de que tiene una abertura en el techo, en donde se puede ver cómo cambia el color del cielo, a partir del cambio de la luz diurna a nocturna, acompañado por luces artificiales alrededor de la abertura. Verlo en vivo y en directo, es una experiencia increíble. Turrell, en sus obras, cambia constantemente la luz, para lograr efectos lumínicos increíbles.

Skyscapes

La otra artista es la japonesa Yayoi Kusama. También experimenta con el color y la luz, pero a través de los puntos. Sus obras como «Obliteration Room«, donde el público entraba a un espacio lleno de objetos de color blanco puro y que tenía llenarlo con puntos de 3 colores. Miles y miles hacen desaparecer ese espacio blanco. O el Infinity Mirror Room, que es un espacio lleno de espejos y miles de luces led.

Todas estas experiencias hacen que cualquiera simplemente saque su cámara, y empiece a sacarse selfies. Porque es algo común que se vea algo impactante y que se quiera compartirlo con el mundo. Pero el problema a veces, que sucede con otras formas de arte, no se toma el verdadero tiempo de ver el arte. También sucede con estas experiencias pop up. Los visitantes no van para ver arte, van por el espectáculo de verlo. Incluso no sienten que estas instalaciones sean arte. Y esto es algo que podría solucionarse. Puede ser que estas experiencias, no tengan una relación con las antiguas formas y obras de arte. Pero sí es arte.

Happy place image

Hasta ahora existen lugares como el Ice Cream Museum, el Museum of Pizza, Color Factory, Happy Place, Dream Machine, entre otros. Con un uso de cierto tipo de colores (por ejemplo, colores pasteles), logran atraer a un gran público por poco dinero. Todo está hecho para conseguir más visitantes, a través de Instagram. Aunque en el camino dejan de tener lo sobrecogedor que tienen las instalaciones de Turrell y Kusama. Probablemente en Argentina, no sean algo demasiado atractivo para todo el público nacional. Pero no hay duda, que estas experiencias, son algo nuevo en el mundo del arte, y que intentaran llegar a Buenos Aires o a Rosario, o cualquier otra gran ciudad del país.