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Agustín Lobos es un fotógrafo de Chajarí (Entre Ríos) que reside en Rosario desde hace cinco años. Sus comienzos en la fotografía iniciaron desde muy chico, tuvo una formación autodidacta, con una pequeña incursión en la carrera de Fotografía del Iset N°18 y en la carrera de Trabajo Social de la UNR.

Fue todo de manera muy manera autodidacta, mucha información buscada de Internet, mirando muchas fotos, practicando también mucho. Gatillar, hacer, probar hacer ciertas fotos hasta que salgan y encontrándole ahí la relación de las partes de la fotografía, cómo funciona el ISO, el diafragma, la velocidad. La práctica me llevó a conocer un poco más, y así experimentar”, nos cuenta Agustín.

En el Limbo que nos presenta este fotógrafo se pueden apreciar una serie de fotografías de paisajes que fueron tomadas en sus viajes por distintos lados. “Me estoy considerando un poco nómade se podría decir, en esta idea de viajar y viajar con la fotografía como herramienta para mostrar lo que uno ve y piensa de determinadas situaciones, paisajes, la sociedad misma”, dice Agustín, y agrega que haber hecho un tiempo la carrera de Trabajo Social “fue un pilar bastante importante dentro de la fotografía para mí lo social, y también la música como apoyo ahí a la imagen y a las ideas”.

Un viaje por la pachamama

Agustín, en un viaje que realizó por Argentina y distintos lados, recorrió lugares, paisajes, gentes y culturas con el fin de registrar todo eso con su cámara. En las fotos de su Limbo aparecen retratados el norte argentino (Purmamarca y Tilcara – Jujuy), hay fotos de la ciudad de Rosario, Pucará, y Punta del Diablo (Uruguay).

Son fotos del viaje que arranqué hace un tiempo, yo creo que ahí se ve mucho de la conexión con la naturaleza, con los colores y el cielo. Más allá de que hay un par de fotos de la montaña, de la piedra, de los minerales. Como ese reflejo que por ahí se puede relacionar mucho con el tema de la pintura, sin la pintura ser algo que me llegue cien por ciento, pero es algo que veo que se refleja en las fotos”.

En las fotos de sus viajes, Agustín refleja un poco la serenidad del pensamiento y de lo visual, en paisajes no tan cargados, más allá de ciertas excepciones, según sus palabras: “Queriendo transmitir eso, esa conexión, esa paz, esa tranquilidad, en algo tan natural como el cielo, algo que tenemos ahí que muchas veces nos olvidamos de mirar, la misma naturaleza, el entorno que nos rodea, que está todo ahí en un punto, creo yo”.

La cámara como herramienta de viaje

Respecto de su viaje, Agustín nos dice que la cámara son sus ojos. “Mi memoria en un punto ahí, pensándome en conjunto con la cámara, viajando juntos, observando y pensando la fotografía también, a través del viaje que ayuda a abrir este panorama en la conexión que se genera con la naturaleza, con el cielo mismo, con la noche, las estrellas”.

Su viaje fue pensado con la cámara siempre en mano, con la cámara como herramienta de viaje, que le abrió muchas puertas a lo largo de ese camino. Agustín también entiende a la fotografía como una herramienta, más allá de cómo veníamos mencionando, también como una herramienta política y cultural. “Las imágenes, las fotos, llegan a la gente, llegan de una manera y hay que hacerse cargo de eso también, qué hace uno, que lo toma con pasión, como trabajo o no, pero como una herramienta sobre todo”. Las fotos que Agustín nos presenta en su limbo reflejan el “aquí y ahora” de un viaje que empezó hace tiempo y que planea seguir desarrollándose, mutando y existiendo en la tranquilidad del cielo.