Antes que nada, reconozcamos que hace décadas que el mundo del tatuaje abandonó ese sótano oscuro y marginal al que había sido condenado por buena parte de la sociedad y desde el que tuvo que salir a bombardear con credenciales para derrumbar prejuicios y ganar aceptación.
Sabemos que en la actualidad esas tintas a flor de piel ya no son exclusividad de presos, embarcados o rockeros sino que hasta personajes homologados como Tinelli o Messi ostentan las marcas indelebles sin que eso despeine la peluca de nuestras abuelas.
Aclarado esto, no está de más advertir que esa incorporación del tatuaje como signo indentitario o decorativo por parte del lo luce y como arte para el que lo realiza, no llegó aún a espantar del todo algunos mitos que se siguen repitiendo.
Con mucho de prejuicio encima y nulo sustento científico se siguen escuchando algunas afirmaciones que obligan -al punto del hartazgo y la redundancia- a aclarar una y otra vez que el arte del tatuaje, siempre que esté en manos de gente capacitada, no implica un riesgo para la salud y que hay todo un protocolo detrás de los trazos de esas agujas tan temidas.
En ClApps elegimos diez de las falacias más comunes sobre los tatuajes y las respuestas a esas afirmaciones:
1-Para tatuarse hay que soportar mucho dolor
Decir que no se siente dolor al ser tatuado sería mentir. Pero el nivel de esa dolencia o molestia depende de muchísimos factores. Cuantas más terminaciones nerviosas tenga la zona del cuerpo, más doloroso será el tatuaje, pero nunca llega a ser algo intenso. Las zonas más sensibles son la palma de las manos, la cara, el interior de los muslos y los brazos. Y la que menos duele es la espalda. Para evitar que los clientes sientan molestias, los tatuadores utilizan técnicas específicas y, en algunos casos de personas muy sensibles, apelan a cremas anestésicas.
2-Para tatuar se usa una única aguja
Aunque, en efecto, puede utilizarse una sola aguja para realizar ciertas partes de un tatuaje, perfilar líneas, o trabajar detalles muy pequeños, el número va variando. Para ciertas tareas se usan grupos de agujas, por lo general en cantidades impares como 3, 5, 7 y hasta 15, que están soldadas. Eso permite a los artistas rellenar zonas amplias con mayor rapidez, realizar sombreados con un mayor control, o simplemente dibujar trazos más gruesos. Aunque muchos supongan lo contrario, el número de agujas no significa que cause más dolor.
3-Los tatuajes sangran mucho
Generalmente, cuando el tatuado comienza a dibujar o perfilar un tatuaje no se produce sangrado. Cuando se sombrean o colorean zonas más amplias sí suele sangrar, aunque muy poco y por no más de 5 o 10 minutos. Por lo tanto, cuando la persona se va del estudio con el tatuaje vendado, es esperable que la piel ya haya dejado de sangrar completamente. En resumen: un tatuaje realizado correctamente no implica ninguna pérdida de sangre significativa.
4-Algunas tintas pierden intensidad con el tiempo
Es cierto que determinados colores, como el rojo o el azul, llegan a perder un poco de intensidad una vez que el tatuaje está curado. Pero una vez asentados, los colores se mantendrán uniformes. Las innovaciones técnicas desarrolladas en las tintas para tatuajes han aprovechado la incorporación de algunos nuevos pigmentos mucho más resistentes al sol o al paso del tiempo, lo que permite asegurar que los tatuajes actuales mantienen mucho mejor el brillo de sus colores con el paso de los años.
5-El paso del tiempo los vuelve azulados
En esta afirmación hay dos cosas: por un lado, se está pensando en los tatuajes de los años 50 o 60, donde predominaban el verde y el azul, y por el otro, tal vez se cae en el estigma que acumulan los tatuajes por asociarlos a las rudimentarias prácticas carcelarias. En la actualidad este efecto es inexistente gracias a la mejor calidad de las tintas empleadas y a máquinas de tatuar mucho más avanzadas y precisas.
6-Las tintas blancas o de colores claros causan más dolor
Pensar que la intensidad de un dolor depende de un color es absurdo. Claro que el origen de este mito se apoya en la propia técnica. Es que, por lo general, los colores claros son usados en las fases finales del tatuaje (para realizar brillos o realzar ciertas zonas) cuando el tatuaje está casi terminado, por lo que el tatuador necesita trabajar de nuevo sobre zonas anteriormente tatuadas, que suelen estar más sensitivas tras sesiones anteriores. Ese procedimiento es el que lleva a pensar que son las tintas claras las que ocasionan más dolor que las oscuras.
7-Tatuar es fácil y puede hacerlo cualquiera
Hoy en día, un tatuador es un profesional que emplea técnicas que necesitan de varios años de práctica y trabajo, y muchas veces estudio o investigación de técnicas de otros lugares o de estilos diferentes. Tatuar implica mucho más que saber dibujar bien y contar con los elementos para hacerlo. Se requiere conocimiento de los diferentes tipos de pieles y pigmentos, calcular el tiempo que llevará un trabajo, normativas relativas a la higiene y la esterilización del equipo, y manejo de aparatos como el autoclave, entre otras cosas. Además, suelen especializarse en el trato con la gente para aprender a escuchar a sus clientes y realizar el trabajo que mejor se adapte a sus ideas.
8-Los tatuajes son para siempre
Una máxima que repiten los tatuadores alcanza como respuesta: eliminar un tatuaje es muchísimo más caro que hacerlo. Aunque antes era algo prácticamente imposible, en los últimos 15 años las técnicas para quitar tatuajes han conseguido mejoras increíbles. Y gracias a nuevos métodos como el láser, se pueden eliminarlos sin desembolsar mucho dinero en gastos médicos. Los resultados no son siempre totalmente satisfactorios porque suelen quedar sombras o restos del dibujo. Por eso siempre se aconseja que, antes de elegir el motivo a tatuarse (cuidado con nombres de parejas) es conveniente estar muy seguro de que se desea mantenerlo con el paso de los años.
9-Las personas se arrepienten de sus tatuajes con el paso del tiempo
Este mito está relacionado con el anterior y, por lo tanto, la respuesta sería que no habría inconvenientes si se elige bien el diseño del tatuaje y que, de última, se puede quitar mediante el láser. Un estudio realizado por Harris Interactive entre 2003 a 2008 reveló que el 84% de las personas encuestadas (todas tatuadas, claro) decían no sentir ningún arrepentimiento al respecto. En este punto, el tatuador profesional juega un papel fundamental, orientando a sus clientes y evacuando dudas antes de realizar su trabajo.
10-Los tatuajes son caros
Esta afirmación es tan relativa que dar una respuesta que demuestre que no es así requeriría detenerse en múltiples variables y, lo más lógico sería considerar qué valor le damos a ese trabajo (ese arte personalizado sobre nuestra piel y que llevaremos siempre con nosotros) respecto al costo de otros bienes y servicios en los que solemos invertir. Todo dependerá del tipo de trabajo que queramos hacernos, el material que se utilice y, en algunos casos, la fama que tenga el tatuador o el estudio al que le encomendamos la tarea.