Todo libro es político 

Al fin de cuentas, ¿qué es un libro? ¿Qué rol cumple además de ser material de lectura? ¿Por qué hay gente que cree que es esparcimiento?

Nada, amigos, se termina la inocencia. Hasta el libro más idiota tiene un objetivo, y hasta la persona más idiota está cómoda en su idiotez. Todo libro es político, definitivamente, para invitarnos a pensar o para invitarnos a no pensar, para contarnos una historia o para decirnos la verdad. Ahí llegamos con la comitiva, y ahí estaban los amigos de un montón de editoriales hermosas congregadas bajo una sola bandera de Todo libro es político, entre los sellos con más trayectoria de los independientes que están en el stand de los siete logos, y frente al rincón más extremo que está en el stand de Alemania y la feria de Frankfurt, aparece una torre de papel con bolsas serigrafiadas que dicen “vomite todo aquí”. Las bolsas del capitalismo, como las bolsitas que les dan a los pasajeros de los aviones por las dudas que se descompongan, ahí están, listas para recibir el asco que da tu sociedad, y como todo humano, después de vomitar, comienza a sentirse bien, y rápidamente se transforma en cliente, ahí están esos libros listos para ser llevados a la mesa de luz.

Párrafo aparte para mi amigo José que vino con la información de que en el stand de Alemania estaban hablando de un programa de digitalización de material de todo el mundo, para consulta gratuita, realizado con mucha seriedad. Mañana debo indagar sobre eso.

Párrafo aparte para Germán, que en un chinchin de pasada por el stand de Alemania me recordó una de las cinco anécdotas del top five del festival de poesía de rosario, y me contó que está viviendo en Ecuador, y que vino a la feria con editoriales de allá. Ecuador, el país que pudo conservar el eje latinoamericano, y que mañana pasaré a visitar.

Llegan los amigos 

Y entre idas y vueltas, encuentros con conocidos, amigos del mundo de la edición, compañeros de estudio, profesores, especialistas, vendedores, viajantes, editores, aparecen los amigos que llegan de Rosario. Cuando hay amigos cerca, es como estar en casa. Juana en la panza de Viryi lo sabe expresar mejor, por lo menos así nos lo hizo saber moviéndose toda la tarde.

Si no fuera porque estoy ahora escribiendo en el medio del desvelo, me explayaría. Era de ver, esos peces en el agua…

El coctail 

Todo lo que “pasa” en la feria se resume al momento del brindis. Cantidad de personas, un servicio impecable de comida y bebida, y ahí te diste cuenta si valió la pena venir desde el interior, sacrificar un montón de tiempo en la propia vida para estar en la feria. Y este año la respuesta fue que sí, valió la pena. Y aun cuando, simultáneamente, en Rosario se desarrollaba la presentación del libro de Gino Roncaglia sobre el futuro de los libros, y que me hubiese encantado poder estar ahí, y aun cuando me enteraba que no había tantas personas en esa actividad en la que pensaba que quería estar, y estaba viendo pasar las empanadas, los sanguchitos, pensé: estoy acá, y si esto es así, entonces está bien.

Creo que todos los que estaban allí pensaban igual, eso estaba bueno. No es una esperanza, como lo último que se pierde, sino simple optimismo por estar haciendo cosas relacionadas al mundo que nos gusta para vivir.