Bicho

Pero la gran estrella de la feria, acorde al mundo posmoderno que nos toca vivir, son los niños como protagonistas del consumo. Los libros para adultos, cada vez más, se confunden con los libros destinados a los niños, y al mismo tiempo los adultos nos fascinamos cada vez más con los objetos que crean los editores de libros que trabajan pensando en los chicos, pero más específicamente, en los pibes que todos llevamos dentro.

Ya se zarpan. Lo interesante de esa producción es que muy mínimamente se hace en Argentina. En Rosario tenemos la suerte de tener una editorial como Libros Silvestres, que está a la altura de este fenómeno. En la feria cada vez son más, y sobresalen rápidamente, y no las enumeraría porque no quisiera dejar afuera a ninguna, pero solamente porque quedamos pasmados del nivel de trabajo que tienen esos libros, encontramos en el stand de El zorro rojo una mesa con libros que los genios de esta editorial fueron recogiendo y seleccionando de otras ferias del mundo, y que deseaban mostrar aquí, para que sepamos que existen objetos de una belleza y un cuidado extrema.

Santa Fe

Antes de dejar el predio, después de un intenso día de encuentros, reencuentros, sorpresas y demás, hicimos la ya tradicional visita al stand de Santa Fe, en donde está todo el material de los nuestros. Qué bien lucen, qué lindo que se ve bajo las luces de la edición mundial el trabajo que están haciendo los editores de Rosario y en general de la provincia de Santa Fe.

Y no me emociona tanto pensar en mis colegas y paisanos como el hecho de pensar que, vayamos a donde vayamos, habrá una identidad en lo que hacemos, y que tiene que ver con el lugar del que venimos, que habitamos, que elegimos para vivir, el que queremos mejorar, hacerlo más lindo y colorido todo el tiempo. Todos ponen empeño, y eso ya los hace merecedores del pedazo de stand que pone la provincia para llevar todo ese material y exponerlo con la elegancia y el candor que reconoce el orgullo.

La feria

Es notable que los libros que más circulación tienen (en la jerga le dicen “rotación”) son los de ciencias sociales; como dice la publicidad de una librería amiga: ensayos y complementarios. Producir texto (que en la jerga llaman “contenido”) es una tarea que para un especialista puede ser llevado a cabo a un ritmo bastante acelerado. Incluso en el caso de libros de coyuntura, que rápidamente pueden quedar desactualizados por su temática (ya nadie consume, por ejemplo, material que reflexione sobre los modos de circulación de la información, parece que ya sabemos de qué estamos hablando), pareciera que los editores pueden leer rápidamente qué textos pueden generar ventas que sostengan el aparato que significa “tener una editorial”.

Esto me recuerda un debate que tuvimos con una amiga sobre cuál es el objetivo de una editorial. Definitivamente, creo que hay muchos objetivos posibles que llevan a una editorial a existir, tanto como creo que ninguna de ellas esté en situación de poder descuidar la cuestión económica que todo proyecto debe tener, porque ahí es donde se sostienen todas las ideas que se puedan tener a priori sobre cuál es el papel del libro en la cultura (valga la redundancia). Y después de eso, las conclusiones por demás sacadas en charlas con amigos y colegas: definitivamente no es “rentable”, como negocio, una editorial. Este mercado es pasional, y esa es su convicción; mejores negocios hay en el mundo como las heladerías, la quiniela, etcétera.