Clapper txt_LUCAS CALOMINO_Sep_2019

El frío se tomaba un descanso y el clima primaveral invadía al invierno. El viernes estaba muy transcurrido en la ciudad de Rosario, al menos eso se notaba desde adentro del bar Laurak. La gente caminaba apurada y el tráfico era un caos: bocinazos, insultos y demora. Sin embargo, desde el lado de adentro la cosa era completamente diferente. En el lugar había personas de todas las edades que aprovechaban la tarde para alimentarse y sacarse la sed. De fondo se entremezclaban los sonidos de dos televisores que estaban en distinta sintonía: mientras en uno se hablaba de política, en otro televisaban un partido de fútbol correspondiente a la Primera Nacional.

Diez minutos después de las 18 horas, la imagen de Bilsky apareció por la calle Entre Ríos en medio de ese amontonamiento de individuos que iban de un lado al otro en destinos opuestos. Un minuto más tarde de que su rostro se viera reflejado, gracias a los cristales transparentes, Pablo abrió la puerta y entró, dejando atrás todos los ruidos producidos por los vehículos y las personas en la vía pública. 

Rápidamente se dio cuenta cuál era la mesa indicada. Amablemente saludó y se sentó. Luego, se pidió un café y después de hablar sobre otros temas referidos a la profesión, comenzó a desarrollar el gran conocimiento internacional que adquirió durante toda su vida. Cabe aclarar, primero, que Pablo Bilsky viajó por 54 países, habla cinco idiomas y es docente de literatura española, además de ser periodista y escritor. También, es columnista de política internacional y cubrió conflictos bélicos.

Clapps!_ ¿Cómo ves en la actualidad el trabajo del corresponsal de guerra?

Pablo_ El poder político apretó más las clavijas a través de la prensa oficialista y quedó mucho menos espacio para el periodismo independiente. Hoy ir a Irán o ir a Siria para hacer propaganda yanqui no vale la pena. Si voy a arriesgar mi vida quiero contar la otra historia, y eso ya no se puede. En esos dos lugares hay tal control que vos te quedas con el ejército estadounidense, te muestran lo que ellos quieren que vos veas y luego te dan el parte oficial. Yo he ido por medios propios y el riesgo es diez veces mayor. Los de la CNN se bajan de una camioneta con guardaespaldas y con una logística impresionante. Después hay que ver si ese medio tan grande te deja contar lo que vos querés expresar sobre lo presenciado

Clapps!_¿Cómo se mueve un periodista dentro de un conflicto bélico? ¿Hay cosas pactadas o es puro instinto?

Pablo_ Te manejás en equipo. Cuando llegás tenés la necesidad de juntarte con gente que ya está en el lugar hace tiempo. Hay mucho compañerismo. Además, siempre se encuentran personas con más experiencia que te dicen qué hacer. Después, se necesita un poco de suerte. En el momento en el que llegás sentís que la preparación previa no te sirvió, pero eso está adquirido y para algo nos ayuda. También, el instinto y la improvisación juegan su papel. No tenés que mostrarte ni muy soberbio, ni muy sumiso. Ese medio que es una línea muy delgada es lo que te hace zafar. La frase justa para mí es: entender los códigos del lugar. Oler cómo es la cosa. Yo he llegado y muchas veces pregunté cosas como ¿qué se puede hacer y qué no? ¿qué está bien y qué está mal? Por otra parte, cuanto más sepas del lugar, más vas a ver. Sino no vas a entender nada. Se necesitan vídeos, documentales, películas, leer libros. No tiene sentido que alguien vaya a un conflicto para observar algo que no va a entender.

Clapps!_ ¿Qué se te cruza por la cabeza cuando estás en un ambiente tan hostil?

Pablo_ Es como el título del documental de Netflix: morir para contar. Por un lado, tenés la necesidad de estar ahí para contarlo. Vas en contra del instinto de supervivencia. Cuando todo el mundo corre del peligro, el periodista tiene que ir hacia donde está el riesgo. Ponerle el pecho a las balas. Es muy simple, si no estás en el momento no lo podés expresar, pero si te matan tampoco lo podés manifestar. Ahí yo me pregunto, ¿cuál es el límite? Es cuestión de definirlo en veinte segundos. Podés arriesgarte a dar un paso que estuvo de más, pero que era necesario para obtener la nota.

Clapps!_ ¿Seguís leyendo luego de haber estado en guerras? ¿O creés que una vez presenciada la situación ya tenés la realidad de los hechos y no necesitás de nada más?

Pablo_ Yo vuelvo con más ganas de leer, para ver si otro vio otra cosa. La necesidad de informarme siempre está. Principalmente para observar cómo se miente sobre las cosas. Eso te enseña mucho. Yo lo manifiesto en todas las notas cuando veo algo que es mentira.

Clapps!_¿Cuándo estuviste en un conflicto bélico trabajando como periodista?

Pablo_ Yo estuve como corresponsal de guerra en la Franja de Gaza. Presencié una contienda que es muy asimétrica, ya no hay guerras como las de antes. Los conflictos fueron cambiando, hoy las batallas no se saben cuándo empiezan ni cuándo terminan. Y eso tiene que ver mucho con nuestro oficio. En la actualidad, cubrir batallas es muy difícil, antes era más claro el conflicto por el cual se luchaba. En dicho sitio hice amistades con los palestinos. Al principio no me tenían confianza, fue muy duro. Yo les decía en joda: no me vayan a secuestrar que no tengo un mango. Para ellos sos un enemigo.

Clapps!_ ¿Cómo lograste hacer que ellos se adapten a vos?

Pablo_ Conocí a un hombre de Palestina que me fue llevando a distintos sitios y se dio cuenta de mi manera de pensar a partir de los lugares que quería visitar. Me fui ganando su confianza a través de los días y el tiempo. Tienen toda la razón del mundo para desconfiar. Con el paso de los días, me mostraron su armamento. El mundo habla de los grandes misiles palestinos que atacan a Israel. Hacen creer que hay una paridad. Pero la verdad es que los cohetes que tiran son cosas caseras, pueden lastimar y matar obviamente, pero ellos se están defendiendo. Yo vi un verdadero bombardeo israelí a un lugar de la Franja de Gaza. (Continuará)