Cuerpos, sin mente ni alma
El cuerpo en función de un sistema que no forma parte de él, sino que es el cuerpo el que debe formar parte de ese sistema que constantemente lo arroja a la supervivencia, lo exige, lo enjuicia, y lo desecha. La pragmática búsqueda de fines impuestos desestimando la posibilidad de escucharse, de entenderse, de dar paso a sentir, de liberarse, de encontrarse. El poder del ojo que todo lo ve, terrenalizado en la mirada pública, que ya sufrió el despojo de su cuerpo mente y alma, y traslada ese conjunto de imposiciones, expectativas temerosas y enjuiciamientos a su alrededor, en un círculo que se retroalimenta sistemáticamente.
Una experiencia que explora en el ser e indaga las sensaciones más adormecidas, dialoga con la emotividad y nos expone ante nuestros propios cuestionamientos durante cuarenta minutos. Manifiesta ofrece un formato que no responde a una trama lineal, expone sobre el espacio escénico el comportamiento de la mujer atravesada por los ojos de la sociedad. La interpretación de Jessica Biancotto interpela constantemente al público, logrando casi un cambio de roles, donde por momentos los asistentes pasan a ser los observados por medio de un texto irónico que expone la ridiculez del observador estereotipado.
“Que la palabra se transforme en acción”
Como parte de esa composición María Belén la Rocca aporta a través de su violín, marcando el pulso de cada expresión y otorgándole matices emocionales de diversos grados que van y vienen con la puesta en escena de la protagonista. La tríada se completa con Carla Tealdi, encargada del juego lumínico, elemento que dialoga (sobre todo) con los estados de ánimo de Biancotto, y que referencia también un poco a propósito de la mirada ajena ante cada situación. Aunque el rol de iluminadora la ubica en escena, Carla es ni más ni menos que quien llevó a texto su propia idea y quien dirige Manifiesta.
“Principalmente buscaba que pueda transmitir, que la palabra se transforme en acción de alguna manera y que no quede solo en lo racional”, admite, en concordancia con el trabajo corporal y expresivo donde se gesta lo central de la obra. Es clara la referencia a la figura femenina, pero Tealdi explica que su interés no fue hacer una obra de género, y de hecho visto con ojos ajenos se puede efectuar un análisis más íntegro poniendo en eje al ser, en torno a “la opresión sobre el cuerpo y como ese cuerpo se ve fragmentado a partir de la imposición de determinados mandatos”.
Una incitación a liberar el cuerpo
En pleno proceso de trabajo, llegó a manos del equipo un texto que abrió el campo al tratamiento del tema en cuestión, “Para acabar con la masacre del cuerpo”, de Félix Guattari, material que resultó para la directora “otra forma de ver la opresión del capitalismo, y una incitación a liberar el cuerpo”. Sin una historia lineal ni algo concreto que comprender, la define sí como algo que vivenciar, como una experiencia producto de “inquietudes que quería atravesar por el arte”.
La temporada tendrá su cierre con una última función este sábado 15 de julio a las 21hs, pero el cuerpo continuará en expansión los jueves de agosto y septiembre a las 21.30hs en el Cultural de abajo (Entre Ríos 579), espacio que ratifica su apuesta con una obra emotiva que indaga hasta la fibra más íntima del ser.