Clapper txt_Aimará Ferro_Feb_2018
Luca Bocci estaba parado en el medio del escenario del Distrito 7 con su metro sesentipico, sus rulos morochos y tres venas que sobresalían por encima de su camisa estrictamente abotonada.
Era sábado y hacía calor en la ciudad, como siempre, pero parecía que ese día el asfalto se había calentado más de lo habitual y la cerveza aumentado para no volver a bajar. De todos modos, era como si el calor no fuera un problema muy grande para él, estando calmo y sabiendo que hay cosas que no puede controlar: ni el calor, ni sus venas, ni su humanidad.
“¿Vos le estás viendo las venas del cuello?” –Me preguntaba con los ojitos abiertos como dos girasoles Loana, que además de ser mi amiga y fan número 1 de Luca, esa noche se había acreditado como fotógrafa para dejar explícito en estas fotos todo lo que yo no pueda transmitir en palabras.
Para cuando le quise responder, Loi ya se había escabullido entre la gente, que coreaba los primeros temas, para llegar hasta la primera fila y alcanzar la toma perfecta de esas venas que desarmonizaban de una forma virtuosa la escena que teníamos enfrente: Luca en un cuadro ideal de serenidad.
Bocci interpretó canciones de su último álbum «Ahora» junto a los Golden Papets, tres músicos que no le quitan los ojos de encima en ningún momento, siguiendo cada movimiento lento e improvisado. Luego de 20 minutos de canciones como Perla, Detener y Archipiélago, sus compañeros se fueron por una puerta dando lugar a lo que Luca llamó algo más íntimo, quedándose solo con su guitarra, temas nuevos y frases sueltas.
“Chicos, por favor amen sin poseer… Sin sobreproteger…”
“Aguante el amor libre y la sexualidad libre”
Artistas conscientes y responsables de su llegada son algo indispensable para esta generación y Luca Bocci demostró estar a la altura. Usar el arte para liberar y liberase.
Luego de adelantar canciones de su próximo laburo discográfico dio lugar a «La luz de la calle», un tema que refleja a la perfección su desapego con Buenos Aires y el agite que conlleva la misma.
“Esta canción la escribí una de las primeras veces que fui a Buenos Aires (…) Allá, en Mendoza, los edificios son bajitos porque tiembla… Y cuando iba a Buenos Aires me sofocaba, porque estaba lleno de edificios altos y entonces oscurecía más temprano.”
La conexión con la montaña y la incomodidad con Buenos Aires es un patrón que se repite en otros artistas emergentes como Perras On The Beach y Usted Señálemelo, que a la vez, no es más que una demostración a escala de las incomodidades de una infinidad de jóvenes que se replantean la dependencia y la federalización.
Luca es medio Spinettoide, creo que eso lo sabemos todos, y lo confirma cuando arranca con «Cantatas de puentes amarillos» después de tirar “Estoy pensando qué puedo tocar” transportándote a una intimidad que él ya venía anunciando, como si estuvieras en su habitación, sentado en una silla con rueditas y viéndolo en la cama tocando los temas con los que juega cuando está aburrido.
En esa intimidad se inunda también de su serenidad, que vas procesando con sus movimientos, actitud y un cover de Calamaro: “Voy a salir a caminar solito, sentarme en un parque a fumar un porrito…” que termina cantando con un D7 lleno e infectado de su calma única.
Los que se aman en verano, se aman de verdad
“¡Qué calor!”, susurraba al micrófono, pero sin considerar que una musculosa tal vez era una mejor opción en lugar de esa camisa colorida con mangas largas y ajustadas hasta las muñecas.
Si pudiera simplificar esa noche en un gif sería una escena que se repitió durante todo el show. Entre tema y tema, Luca cerraba sus ojos y lentamente se despegaba los rulos de la frente con el dorso de su antebrazo, como un nenito listo para seguir jugando.
“Se está prendiendo fuego todo a mi alrededor”
Luca Bocci cerró el show del 17 de febrero en Distrito 7 con una multitud bailando el himno a la belleza del caos: Bahía.
Pocas canciones en poco tiempo y aun así las puertas de calle Córdoba se abrieron y la gente salió a fumar satisfecha con el show y la nueva generación de mendocinos que se vienen a robar la escena apropiada por Capital durante los 90. Mañana es mejor.