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El Colectivo LGBT (que cada vez amplía más su sigla) lleva más de medio siglo de luchas y reclamos por sus derechos. Derecho a ser, estar y elegir. Derecho a sentir y formar parte. Sin embargo, aunque algunas leyes existen, poco llegan al común de la sociedad que opta por negar, demonizar y discriminar a una comunidad que crece a pasos agigantados.

La Subsecretaría de Políticas de Diversidad Sexual de la provincia de Santa Fe en convenio con la Secretaría de Políticas Sociales y la Federación Argentina de Cooperativas Apícolas y Agrícolas Limitada (Facaal) decidieron abrir hace siete meses el primer Centro de Día Trans de la provincia con sede en San Luis 1946. Un sitio al que acuden mayormente mujeres trans, aunque es abierto a todo el Colectivo. Funciona de lunes a viernes de 10 a 18 con espacios de talleres, consultoría psicológica, comedor, entrega de viandas, entre otros proyectos que desean implementar.

Centro de Día Trans, espacio con raíces de lucha y hermandad

“Antes trabajábamos en el Cemar y en el (Hospital) Centenario, en donde se encontraban generalmente todas las compañeras”, relató Florencia, coordinadora de la institución. Junto a su hermana Patricia, directora del lugar, llevan adelante una ardua tarea de concientización para el colectivo trans, del cual, además de regular, forman parte.

Estamos apuntando a que las chicas tengan herramientas para defenderse en la vida, que sepan hablar, luchar por sus derechos, y que no tengan que recurrir a nosotras para que vayamos a pelear por lo que una ley está amparando”, comentó la coordinadora. En Argentina, “las leyes van más avanzadas que la sociedad”, y por ese motivo saben que tienen que “seguir peleando. A su vez, relató: “Estamos tratando de que haya una hermandad entre el colectivo, que nos entendamos y nos unamos”. Esto es debido a que la comunidad trans se jacta de ser “golpeada y conflictiva” para con la sociedad, pero también entre sus propios miembros.

Centro de Día Trans, espacio que abraza y sana

Cada rincón está plagado de duros relatos que poco a poco comienzan a sanarse. Compartirlos y recibir abrazos, palabras de aliento y un empoderamiento subjetivo constante, son moneda corriente allí. Así lo describen quienes asisten. “Acá encuentro mucha contención, compañerismo”, relató Jésica. La joven está detenida, pero tiene permiso para asistir todos los jueves de 10hs a 12hs al taller de estética de manos. “Es más, las únicas chicas que yo tengo de visita en la cárcel son ellas”, agregó emocionada.

Otra de las asistentes al Centro es Brenda, una joven trans que sufre bulimia nerviosa, y llegó a través de una trabajadora social tras una internación por su patología. “Lo que no puede llenar mi familia lo llenan ellas, todas nos contamos todo, desde cómo cada una empezó su transición hasta cómo lo vivieron nuestras familias”, explicó.

Centro de Día Trans, espacio que invita a pensar en el cumplimiento de las leyes

La Ley n° 26.743 de Identidad de Género en Argentina permite, desde mayo de 2012, que personas trans sean inscritas en sus documentos personales con el nombre y género de elección, además de ordenar que los tratamientos médicos de adecuación a la expresión de género sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio. Desde octubre de 2006, la Ley n° 26.150 con la que se creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, alienta a profundizar en el respeto a la intimidad propia y ajena, la prevención de abuso sexual, relaciones de género, respeto por la diversidad de identidades, la lucha contra discriminaciones y estereotipos, entre otras cuestiones.

Ambas leyes resultan claves para llevar a la práctica social. Una concientización que, además de empoderar a todo un colectivo, debe llegar a informar a cada persona sobre esta temática. “Tengo ganas de, en algún momento, no tener que ir por la calle con los auriculares puestos para no escuchar gritos e insultos”, sentenció Virginia, otra de las concurrentes.

Centro de Día Trans, espacio que convoca al cambio social

Javier Panziera es psicólogo y está especializado en la temática. Participa del Proyecto de Infancias Trans provincial y, en el Centro de Día, realiza consultoría psicológica lunes y jueves de 10 a 13. El joven comentó que espacios como esta institución funcionan para empoderar. “Este colectivo empoderado, en conocimiento de sus derechos y con otros recursos para comunicar, puede generar otras condiciones para el diálogo y así deconstruir toda una sociedad, que no sólo es homolesbotransfóbica, sino que hay estructuras elementales de violencia instaladas en la cultura que son las que generan todas estas situaciones”, explicó.

Panziera relató una experiencia vivida en 2006. Desde el Proyecto trabajaron junto a una familia cuyo hijo estaba en un proceso de transición. Este niño, que ahora es un varón trans, sufría acoso en la escuela. “Fuimos a esa comunidad, trabajamos con esa familia, con el chico y con la escuela. El año pasado, cuando se mató a una persona del colectivo por su orientación sexual, fue esa misma comunidad la que se movilizó para pedir justicia”, sostuvo. “La idea es que se haga presente el Estado, con las organizaciones, con las personas trabajando mancomunadamente en un esfuerzo colectivo, para así repensar todo”, concluyó.

El espacio existe. La disposición al diálogo también. Un colectivo que avanza y ya nada lo puede detener. Con leyes que lo amparan, organizaciones que empoderan y respaldan, dejan de ocupar espacios invisibles para salir a una sociedad que les debe la inclusión urgente. Para que no existan más Virginias con auriculares que tapen insultos, para que cesen los travesticidios y para que la homolesbotransfobia sea una mala anécdota que quede en el pasado. Educar(nos), repensar(nos), escuchar(nos), respetar(nos). Porque la diversidad es parte de la humanidad y eso nos enriquece en cada uno de nuestros aspectos subjetivos.