Clapper txt_Elvio Alcaraz_Sep_2018

La llegada al siguiente destino fue muy advertida por todo aquel al que le contamos nuestro arribo a esa ciudad. “Es muy grande, muy peligrosa, mucho más si llegan de noche, si entran a la ciudad o se equivocan de ruta de salida en la autopista, les puede llevar tres horas volver a retomar el camino”, etc, etc ,etc. Con todos esos avisos, en estado de alerta máxima, llegamos un sábado lluvioso por la noche a San Pablo.

Lo primero que notamos fue que el idioma no es igual que en el sur de Brasil, donde es mucho más comprensible y que con un mínimo esfuerzo nos podemos entender con cualquier persona. Lo segundo y más preocupante fue la peligrosidad de la ciudad, algo que hasta los mismos paulistas se encargaron de informarnos. Como vivimos pegado a Rosario, tampoco es que venimos de Suiza donde no conocen la inseguridad, pero cuando el GPS recalculó demasiado tiempo nos metimos en un barrio que puso a prueba nuestros nervios. Un poco de adrenalina nos conduce a la emoción, no es el mejor lugar para buscarla pero si no vinimos a buscar emociones ¿A que vinimos?

San Pablo, estadía en la capital económica del Brasil y Guarujá

El hecho de que en nuestro itinerario, San Pablo sea un punto clave no es un capricho, ya que obviamente en la mayoría de los viajes una de las limitaciones más importante es la económica. ¿Por qué decimos esto? Porque los vuelos a países lejanos salen muy caros en la Argentina, la mejor opción para ahorrar grandes sumas de dinero a la hora de comprar un vuelo a otro continente, es tomar como punto de partida un país limítrofe, como Brasil. Para que quede bien claro este consejo, les cuento que para ir a Barcelona partiendo desde el aeropuerto de Guarulhos, nos ahorramos un 50% del costo. Así de diferente es el precio, literalmente la mitad del valor de un pasaje estándar. Obviamente la anticipación con la que se lo adquiera también juega un papel fundamental.

El tiempo de nuestra estadía en la capital económica de Brasil sería muy escueta, es por eso que no quisimos ingresar en el tedioso caos de una megalópolis como esta por tan poco tiempo. Buscando una alternativa decidimos alojarnos en una hermosa ciudad a unos 100 km de allí, llamada Guarujá. Este lugar es una plaza costera que los paulistas utilizan como vía de escape del peligroso monstruo de cemento en el que viven.

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Guarujá, arenas blancas y finas

Se encuentra cercada por Santos y Bertioga, está a dos horas de Ubatuba y a cuatro de la bellísima, valga la redundancia, Ilha Bella. Sus playas son bien anchas y de larga extensión, con aguas verdosas, arenas blancas y finas. El mar es muy agitado, con olas de más de dos metros de altura. Esto lo vuelve un buen lugar para los surfers o para las personas como nosotros, que se divierten enfrentando a las olas una y otra vez, buscando barrenar sin tabla o revolcarse con el agua y la arena como si fuese un juego que solo los guardavidas o las aguas vivas pueden detener.

Los paradores más populares son Pitangueiras, Enseada y Pernambuco, lugares que cuentan con bares y foodtruks con muy buenos precios y con un servicio extra muy conveniente, con la consumición de comida o cocktail, podes utilizar una mesa con sillas y sombrillas tan cerca del mar como vos lo desees. Todo esto se vuelve una combinación magnética que te atrae a un vaso bien helado de una clásica caipiriña que es imposible resistir. Otro de los balnearios que visitamos fue El Edén, éste por recomendación de las dueñas del hostel en el que nos alojamos. “Es un lugar al que van muy pocos turistas”, dijo la morocha, “es de muy difícil acceso pero no por nada lleva ese nombre” remató.

El camino es una callecita serpenteante que sube hasta la cima de un morro. Debería ser de una sola mano pero es el único camino para ir y volver. Al llegar lo más alto hay que dejar los vehículos y descender el morro a pie por entre medio de una densa vegetación. Al llegar encontramos una pequeña playita de unos 70 o 100 metros de largo, limitada de ambos lados por acantilados. La belleza de la experiencia y el lugar lo hacen parecer un lugar VIP, pero no tiene costo alguno, solo la voluntad de hacer el recorrido.

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Guarujá, más allá de marketing

Guarujá no tiene las playas del caribe, no es el destino paradisiaco por excelencia, pero tiene el sabor de encontrarse en un lugar muy lindo que no es el que te vende el marketing vacacional argentino. No está en los paquetes de viajes, es un destino elegido por los brasileños. No encontramos extranjeros y por ende conocimos su cultura de verdad. Su gastronomía más típica, como a ellos les gusta. Su lenguaje, no hay portuñol, no hay inglés. Hay que hacer un esfuerzo mayor y prestar atención para comunicarse no sabiendo el idioma, pero termina resultando divertido.

Gracias a todo esto aprendimos que para nuestros vecinos y rivales futbolísticos, la caipirña es una bebida deliciosa pero fuerte, no como en nuestros bares locales. La sunga y la bikini chiquitita son ley, no hay vergüenza por ser gordo o flaco, joven o viejo, a la hora de meterse al agua o tomar sol, todos se ponen estos trajes de baño por igual y no hay chistes o burlas, es algo muy natural. Pero lo verdaderamente importante que aprendimos, es que su gente es tan cálida como sus playas y su clima.

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CONSEJOS: Si en una estadía muy corta queremos recorrer grandes distancias y no tener que depender de los horarios del transporte público, o solo queremos viajar más comodos y manejarnos de manera independiente, la opción alternativa más eficaz es alquilar un automóvil. Para hacerlo dentro del Mercosur solo necesitamos la licencia de conducir, pero si vamos a otros países necesitamos un carnet internacional si o si. Es una licencia muy fácil de adquirir y por la cual no hay que pasar ningún examen.

A la hora de alquilar, nos podemos guiar con los precios de internet, pero teniendo en cuenta que hay aranceles que en la web no especifican y que suman al costo final. Por esto, lo ideal es llegar a destino sin reserva previa y hacer el trato con el “rent a car” cara a cara. En la mayoría de los casos, estas empresas de alquiler se encuentran una al lado de la otra, en las afueras de aeropuertos, estaciones de tren o colectivo.