Como todos los años, desde hace 23, se hace en Rosario el Festival de Cine Latinoamericano. Del dos al once de septiembre más de cinco mil personas se dieron una vuelta por las salas rosarinas -once en distintas zonas de la ciudad- y se vivieron diez días a pura fiesta audiovisual.
El proyecto surgió en 1993 de un grupo de cineastas que querían tener un espacio para compartir. El primer festival que se realizó los atrapó a todos. El público fue muy numeroso, se coparon tanto los estudiantes como los docentes, también intelectuales y aficionados que generaban todo tipo de debates e iban concretando el objetivo de aquello que creían solo un sueño.
El encuentro fue creciendo e impulsó a los delegados de diferentes países a nombrar a Rosario como “La capital del Video”. Esto fue gracias a la cantidad y calidad de las proyecciones, como al prestigio de los profesionales que participaban. En la tercera edición se creó desde la Secretaría de Cultura, Educación y Turismo la primera videoteca pública y gratuita, que en el 2001 se transformó en el Centro Audiovisual Rosario.
Vinculado a los avances tecnológicos y con la necesidad de cubrir formatos emergentes, en 2011 el FLVR cambia su nombre por el de Artes Audiovisuales, aunque no sería el definitivo.
Desde este año se lo denomina “Festival de Cine Latinoamericano Rosario”. Lo designaron de muchas formas, pero hay algo que sigue intacto y es el ideal de que la ciudad sea una pantalla gigante para las producciones Latinoamericanas.
Argentina, Brasil, Paraguay, Puerto Rico, México, Colombia y Chile participaron del festival y todos conformaron la competencia oficial. De las realizaciones locales concursaron 25 cortos y 30 en la de las Escuelas Audiovisuales. Este desafío es un gran incentivo para todos los estudiantes de Artes Audiovisuales.
Se proyectaron más de 150 pelis. La primera fue “El Limonero Real”, dirigida por Gustavo Fontán e inspirada en la obra del escritor santafesino Juan José Saer. El festival cerró con “Allende, mi abuelo Allende”, bajo dirección de Marcia Tambutti Allende, nieta del ex presidente chileno, a 43 años del golpe de Estado en Chile.
Este año el país invitado fue Cuba con la presentación de clásicos cinematográficos y algunos estrenos. Por fuera de concurso se pudo ver cine de terror y género fantástico, documentales como el de “Favio: crónica de un director”, de Alejandro Venturini; además de las charlas, seminarios y actividades especiales.
Rosario siempre apuesta a la cultura, en este caso a un mega evento abierto a todo el público, accesible, con rodajes únicos y realmente imperdible. ¿Con qué nos sorprenderán en la próxima edición?