Clapper txt_BICHORARO_Nov_2019

Nace y crece en la pobreza más extrema. Demasiado flaco y mal alimentado se acerca a un gimnasio de boxeo para hacer unos mangos. Llega a ser campeón del mundo y se vuelve una leyenda invencible. Amado y venerado por hombres y mujeres, se convierte en ídolo popular en nuestro país y en una extravagante celebridad en los circuitos más exclusivos de Europa. Nació en el barro y ahora  lo tiene todo: fama mundial, prestigio y fortuna.

Años después termina sus días solo en una cárcel inmunda en su Santa Fe natal, condenado por el asesinato de su pareja. En una de las salidas transitorias, poco antes de cumplir su condena,  muere trágicamente en un accidente de auto. Fin. La vida de Carlos Monzón es un guión dramático perfecto, si no fuera tan desmesurada e inverosímil. 

Monzón, relato vibrante enmarcado en un género en auge

Monzón, la serie recientemente estrenada en Netflix, nos vuelve a sumergir a través de un relato vibrante, en la historia de su vida, retratada por primera vez desde la ficción. Esta biopic se sube a la fuerte tendencia de este género tan en auge, que se ha ocupado de personajes populares como Gilda, Rodrigo, Sandro, Tevez y próximamente Diego y Susana. 

La estructura narrativa de Monzón resuelve un dilema ético: desde dónde pararse para retratar a un personaje que es tan épico como horrible, tan oscuro como heroico, una gloria del deporte mundial y un violento femicida. La serie, que atrapa y no suelta hasta el final, se desarrolla a través de dos líneas narrativas bien diferenciadas que suceden en distintos tiempos. Por un lado, en el registro de un complejo policial, se desarrollan los hechos desde la misma noche del asesinato de Alicia Muñiz. El lado más oscuro de un personaje arrogante, impredecible y violento se retrata con crudeza. Un gran manejo de la tensión, el drama y la intriga sostienen esta línea en la serie.

Por el otro, a través de permanentes flashbacks recorremos su origen, su vida y su carrera deportiva, desde los barrios pobres de Santa Fe hasta la gloria en los rings de Europa. Un recorrido fascinante, que a pesar de la épica no es amable con el personaje. No es posible empatizar con un Monzón siempre arrogante, agresivo y pendenciero.

Ambas líneas se van desarrollando entrelazadas a lo largo de la serie, retratando las dos facetas del personaje, sin culpas. Vemos la leyenda y vemos el monstruo. La sabia y mesurada utilización del material de archivo televisivo de la época como amalgama de ambas líneas temporales y narrativas es un ingrediente vital que le da carnadura real a esta historia. Nos recuerda que esto pasó realmente, y cómo marcó el humor social y la cultura popular de nuestro país que flasheaba con el campeón del mundo, y no podía asimilar el crimen de uno de sus más grandes ídolos. Un crimen que aún no tenía nombre.

Monzón, fin de la inocencia

Alberto Olmedo, amigo de Monzón, caía inexplicablemente desde su piso 11 en una alegre noche de reconciliación con su pareja. Alicia Muñiz amanecía muerta al caer también de un balcón, luego de una confusa noche de discusiones con ¨El Campeón¨. Parece el comienzo de un capítulo de Breaking Bad, pero sucedió en aquel trágico verano marplatense de 1988. ¨El verano negro¨, ¨El verano de los balcones¨ y otros títulos llenaban de morbo a una sociedad que no podía asimilar ni comprender.

El cómico más popular y nuestra leyenda deportiva protagonizaban muertes inexplicables en la ciudad feliz. Algo denso y oscuro comenzaba a emerger, a hacerse visible, en la mágica vida de los famosos: el consumo de cocaína, la violencia de género y el femicidio. Aquel verano de 1988  comenzábamos a perder la inocencia.

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