Desde hace un tiempo empecé a observar que la mayoría de los hombres dejaban crecer sus barbas y no entendía bien qué pasaba, si era que todos habían hecho una promesa al mismo tiempo, o de golpe, se habían agotado en el mercado los elementos para afeitarse. Hasta que vi y escuché en los medios que era una nueva moda…y ahí me cerró todo.
Para saber de dónde surge el furor por este nuevo look masculino, me puse a googlear y descubrí que esta nueva tendencia aparece en 2014, en New York y Hollywood, y tiene un nombre: “Lumbersexual”. El término proviene del inglés “Lumberjack” que significa leñador y hace referencia a un hombre más rudo, de aspecto descuidado con una masculinidad bien definida.
Este estereotipo actual vino a romper con la etiqueta de “metrosexual” que se hizo tan famosa en los 90 y que describía a un hombre con un marcado interés por el cuidado personal, igual o superior al de la mujer, con conductas básicas y rutinarias como el uso de cremas y otros cosméticos, además del after-shave. La apariencia y el modo sofisticado de vida estaban muy marcados por el mercado y la cultura de consumo. Los heterosexuales se apropiaron de aspectos que durante mucho tiempo se asociaban con lo homosexual, pero esta definición fue perdiendo vigencia al separar la tendencia metrosexual de la orientación sexual de la persona y se convirtió en un término utilizado en mayor extensión.
La moda también atraviesa a los hombres y en estos últimos años ellos la adoptaron como una alternativa en la búsqueda de identidad, en la que influyen las tendencias y los estilos propios. La elección a la hora de “vestirse” tiene que ver en cómo inciden en la persona diferentes factores como: la seguridad, la experiencia estética, la autoestima, el deseo de que el resto lo incluya, la imitación y las prácticas de consumo.
Ítems básicos del estilo “Lumbersexual”
Barba larga, frondosa y sin mantención, tatuajes, camisas a cuadros y botas de montaña. Los cortes de cabello son variados. Este tipo de chico tiene una parada muy masculina, prefiere ir a bares, disfrutar de comidas caseras ya que no se preocupa por tener un cuerpo perfecto como los metrosexuales. Es una tribu rústica, amante de lo natural y personifica al prototipo de hombre que arregla las cosas del hogar.
Si bien el “lumbersexual” tiende a mostrar un aspecto más descuidado que el “urban boy” (muchacho prolijo, limpio y perfecto), vale aclarar que su look está en realidad bastante cuidado, usa prendas desgastadas pero de última generación y acompaña con barba de varios días pero perfectamente mantenida.
Esta nueva moda se viene gestando desde hace varias temporadas. Por ejemplo, en la entrega de los Oscars 2015 se vieron muchas celebridades con sus barbillas “dejadas”. Y desde entonces viene pisando fuerte. En EEUU es furor la contratación de implantes de barba; sin ninguna duda la tendenz del hombre leñador está adaptada, modernizada y es muy cool.
Con la gran influencia de los medios masivos de comunicación y el impacto de las redes sociales, la moda no demoró en llegar entre nosotros. Una cantidad de famosos de nuestro país empezaron a lucir barbas prominentes, y luego el resto de los hombres también decidió guardar en el cajón las máquinas de afeitar.
Las modas siempre forman parte de nuestro contexto, crean nuevas culturas y reorganizan globalmente al mercado. Todos estamos, aunque no lo vemos, inmersos en esto e influenciados por lo que nos dicen que debemos usar, sobre todo en la sociedad de hoy que le ha otorgado un gran poder a lo estético.
Detrás de todo esto existe una compleja relación entre la indumentaria y nuestra identidad, lo que elegimos ponernos es una forma de expresar nuestra personalidad, de decirle a los demás algo sobre nuestro género, posición o clase. También habla de los valores, las ideas y de la pertenencia a ciertos grupos o estilos de vida compartidos.
El lado negativo de la moda es la imagen sobrevaluada, se le da mucha importancia a la apariencia y a la mirada del otro, todo se vuelve muy superficial. Si bien no podemos escapar a las tendencias que se renuevan todo el tiempo, ni tampoco al mercado dado que vivimos en una sociedad de consumo, al menos debemos intentar, de vez en cuando, mirarnos hacia adentro, ver cómo somos y tratar de desnudar la esencia, esa que aparece cuando nos sacamos la ropa.