El histórico festival que junta en el Aeródromo de Santa María de Punilla a lo mejor del rock argentino está desarrollando, desde ayer, su edición número 23º. Siempre marcando agenda, no fue ajeno al momento que vivimos en el que pareciera que todo es puesto en tela de duda por el liberalismo. El presidente Javier Milei, en una de sus muchas seguidillas de likes y retweets, dio a entender que el Cosquín Rock era financiado con dinero estatal. Su productor y creador, José Palazzo no tardó en salir a desmentirlo y agregó que no tiene de que preocuparse, que en el predio del valle los artistas tienen completa libertad. Y sí que la tienen.
Todo empezó cuando Dillom salió al escenario norte. Con su cara de niño que acaba de hacer alguna maldad y su música cruda y precisa hizo un cover de Sr. Cobranza que no tardó en sacudir el predio y al país entero vía redes sociales. El clásico contestatario de los 2000, compuesto por Las Manos de Filippi y popularizado por Bersuit Vergarabat, tuvo un cambio de letra por parte del trapero que decidió dejar de lado a Cavallo y darle un tinte más actual:
“A Caputo en la plaza lo tienen que matar”
Lali viene siendo blanco de ataques directos desde el mismo oficialismo. Mientras algunos sostienen que el amor anestesia, ella les gritó a todos que pues no, mis cielas, y arribó a Punilla picante, picante. En mitad de su tema colaboración con Moria, desenvolvió su propia lengua karateca y apuntó contra quienes la acusan de vivir de la tuuuuuuya, contribuyente. ¿Quiénes son?
El Cosquín es cuestionado hace años ante la apertura de estilos en sus grillas. Los ortodoxos suelen tener criterios estrictos, mientras que otros sostienen que el rock es un modo de encarar la vida. Y si vemos lo que pasó el primer día de festival, acá creemos que está vivito y gritando.