Clapper txt_Julia Fernández_Oct_2018
La música autónoma es conocida hoy por hoy como género indie. Algunos prefieren utilizar las palabras “alternativo” y “contractual”, otros lo denominan como el significado de no tener un patrón. Indie, proviene de la abreviatura de “independent”, lo que evidencia un movimiento musical libre de ataduras. Se trata de una nueva camada de bandas marcadas por una generación moderna que aspira a expandir su música sin contar con una multinacional detrás solventando su trabajo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, un sector industrial multimedia logró captar la atención de estos artistas. Es aquí donde entran en juego plataformas tales como Spotify, Youtube, Amazon, Itunes, Bandcamp y Google Play Music. Plataformas que abren caminos, pero que no dejan de ser un arma de doble filo.
Pasado Verde es un conjunto mendocino influenciado por el rock alternativo de los 90. Con influencia de bandas como Fun People, The Beatles y The Ramones, el grupo formado en 2006 se volvió uno de los principales exponentes del circuito cuyano. Exe Stocco, cantante de la banda, aún no puede creer que su música comparta un lugar común con la de sus artistas modelo. “Es muy loco que en la misma plataforma musical que están, por ejemplo, Los Beatles, esté también Pasado verde”, afirma.
A su vez, agrega que Spotify llegó para “abrirle la cancha” a cualquiera que quiera subir sus canciones. “Siempre existieron plataformas para escuchar música. En su momento era MySpace, ahora es Bandcamp. De todas maneras, ellos no pagan por el tema reproducido sino que lo hacen por la venta de un álbum digital. Con la llegada de Spotify cualquiera puede subir su música y puede cobrar por cada reproducción. Eso nos sirve mucho más a los artistas”, asegura el mendocino.
Según un informe elevado por allegados al tema, los ingresos por ventas físicas de discos cayeron un 21 % en 2016 respecto a 2015. En los últimos cinco años, el mercado se redujo a la mitad. La contracara es un notable crecimiento del 200 % de la música digital desde 2012, donde la reproducción online sin descarga significa el 90 %.
En este escenario musical digitalizado, aparece un nuevo actor: las distribuidoras digitales. Pasado Verde, por ejemplo, publica sus canciones a través de Limbo Music, una empresa argentina de distribución musical que funciona de manera virtual. Al respecto, Exe Stocco cuenta: “Limbo tiene una interfaz gráfica en su página que te permite subir el arte de tapa, canciones, quien escribió cada tema, entre otras cosas. Ellos se encargan de subirlo, por ejemplo, a Spotify. También te ayudan a poder cobrarlo. Spotify liquida cuatrimestralmente y este sello se queda con un porcentaje mínimo de lo recaudado”. Como Limbo, existen un montón de otras empresas dedicadas a difundir material musical en la web.
Cuando los soportes de streaming y/o tiendas en línea comenzaron a pisar fuerte en la escena artística, surgió la necesidad de la existencia de un tercero que distribuya en los distintos espacios virtuales la labor de los músicos. A partir de esta demanda, nacieron en el exterior las ya mencionadas “distribuidoras musicales”, que más tarde pasaron a tener sus representantes en Argentina. LANDER, CD Baby, TuneCore, Ditto Music y Loudr son algunas de ellas, junto a Limbo Music.
Estas multinacionales tienen como objetivo publicar la música de los artistas en las plataformas de reproducción sonora en línea. En lugar de entregar cajas llenas de vinilos cada semana, estos modernos abastecedores entregan música a las principales tiendas virtuales. Y, por supuesto, cobran por ello. “Ganá el 85 % de tus ventas directas de todas las plataformas más importantes del mundo. Solo pagás 3.99 dólares por subir tu canción”, expresa Limbo Music a través de sus banners publicitarios.
“Cada país tiene sus distribuidoras, y ahora en Argentina hay representantes de estas empresas internacionales. La mayoría pide un arancel para subir la música. Hay otras, como en la que estoy yo, que te pide un porcentaje de las regalías”, expresó Pablo Cravzov, un músico chaqueño que hace varios años vive en Rosario. Aclaró que, en su caso, él recibe el 80 % de las ganancias por reproducciones, mientras que la distribuidora se queda con el 20 % restante. “Es práctico trabajar de esta manera. Ellos se benefician también, claro. Lo hacen cobrando directamente un arancel en dólares, o cobrando un porcentaje de la ganancia que genera la música”.
La modalidad de inscripción es sencilla y no requiere complicaciones. Basta con llenar un formulario de inscripción para pasar a formar parte del listado de clientes de la distribuidora. Luego de completar los respectivos campos de datos personales, el sitio procede a pedir el número de una tarjeta de crédito y ofrece distintas tarifas de suscripción. Cuando el artista ejecuta el último click, ha perdido su independencia. Al menos, la económica.
En 1985, la emblemática banda argentina de rock Soda Stereo, vivió uno de sus años más candentes. Fue tras dejar atrás la agencia de Rodríguez Ares, para caer en manos de Alberto Ohanian. Las ventas de sus discos comenzaron a crecer aceleradamente, consagrándose como disco de oro y platino. No hubiera sido posible sin Ohanian. Hoy, bandas indie como Usted Señálemelo, Mi amigo Invencible y Perras on the beach, alcanzan millones de reproducciones en cuestión de meses. Ellos no necesitaron despertar la admiración de ningún productor de prestigio. A ellos sólo les bastó con completar un escueto formulario en línea.
El 20 de septiembre de este año, la aplicación sueca de música Spotify, elevó un comunicado presentando una nueva herramienta: “Spotify para artistas”. La misma, permite a quien quiera cargar sus álbumes y canciones sin pasar por cuestiones burocráticas previas. Podría ser esta una salida para aquellos ideólogos indie. Pero no todo lo que brilla es oro.
Valentin Fava, baterista de la banda rosarina Saint Louis, alude no haber tenido ningún inconveniente a la hora de cargar los temas del conjunto a la multiplataforma. Al margen de la facilidad y el poco tiempo que lleva la operación, algún requisito económico siempre entra en escena. “Spotify te da dos opciones. Una es subir gratis los temas, y ellos se quedan con un porcentaje de la ganancia. La otra es pagar de antemano y el músico obtiene el 100 % de lo recaudado por las reproducciones”, contó el percusionista.
A su vez, es de público conocimiento que Youtube permite monetizar los videos subidos por cada usuario. La monetización se realiza a través de anuncios publicitarios inmersos antes, durante o al final del video, seleccionados por administradores del sitio.
Si bien de un tiempo a esta parte es necesario contar con una determinada cantidad de reproducciones para que el video se considere apto de monetizar, es una herramienta que está al alcance de cualquier persona con una cuenta creada de manera gratuita.
Además, la monetización de música tiene un agregado especial: cuando la canción es detectada en un video de otro usuario, una parte del dinero es destinada al dueño de la pieza musical. Pero, una vez más, a la suerte hay que ayudarla. Para que Youtube le pague a un artista por su música reproducida en videos ajenos, es necesaria la intervención de una distribuidora digital. Estas se encargan directamente de negociar el derecho de autor y controlar el mismo. “No cobramos ninguna cuota adicional para inscribirse en nuestro programa de monetización en Youtube”, dictan los comunicados de las empresas. Y agregan: “Aparte de la cuota inicial del registro de tu álbum o sencillo”.