Clapper txt_MARTÍN PUEBLAS_Jul_2019

El invierno empieza oficialmente el 21 de junio, pero se sabe que las estaciones tienen su inicio real cuando cambian los ritmos de la gente. El sábado ya era fácticamente un día invernal. Poca personas por la calle cuando el sol dejó de asomarse entre los edificios. Mientras en muchos departamentos la tele mostraba el inminente triunfo que le daría a la selección masculina de futbol el tercer puesto de la Copa América, en la Galería Córdoba un grupo grande personas estaba en torno a una mesita de café. Algunos parados, otros sentados en sillas de madera plegable, la mayoría muy abrigados. En la puerta de Arde Libros, Carla Quevedo estaba presentando su primer libro de poesía: «Me peleé a los gritos con el manager del spa».

Carla Quevedo, lectura y algo más

-Si quieren leo dos más, y después si tienen alguna pregunta charlamos un rato.

Carla no quiere molestar. Se le nota en la forma en que insinúa que puede quedarse más tiempo, pero que nadie está obligado. Todos le dicen que siga, sin dudarlo. Empieza a leer el poema que, en su versión reducida, le da nombre al libro. Cada vez que pareciera llegar a un punto importante la interrumpen martillazos y ruidos de agujereadora. A pocos metros hay gente trabajando en un puesto a medio terminar. Todos ríen, mientras toman Cynar preparado por Mora Clarey y tratan de seguir escuchando. La escena muestra un ambiente muy íntimo, que contrasta mucho con otros que Quevedo suele frecuentar. Del lado opuesto a esta galería llena de gente abrigada y cercana, están las grandes presentaciones llenas de peinados especiales, vestidos a medida, flashes y cámaras.

Yo me siento mucho más cómoda acá que en un estreno. Es algo que tiene que ver con la prensa. Yo sufro mucho de ansiedad, ansiedad social. Y me cuesta mucho exponerme con la gente. Me encanta ser actriz, pero lo único que me gusta de eso es actuar. Todo lo otro de mi profesión lo sufro mucho. Igual lo agradezco, porque con eso también viene de la mano que se abran las puertas para que yo pueda publicar un libro. Pero no es lo que más me copa. Me parece que este ámbito me permite una sinceridad y una conexión más real con el otro. Donde yo me siento más cómoda porque se acerca más a estar en el living de tu casa hablando con amigos.

Carla Quevedo, THIS IS NOT A POEM

A lo largo del libro habla de ella. No de forma romántica o pomposa. Escribe con la misma sencillez con la que charla con la gente. Quizás por eso es que cala tan hondo. Los que solamente la conocen por la pantalla de la televisión o el cine van a encontrar algo muy lejano a una estrella, ni siquiera a alguien que pretenda serlo. «Me peleé a los gritos con el manager del spa» parece una bitácora personal donde recordamos la cantidad de cosas que nos atraviesan en el día a día. No importa quienes seamos o qué hagamos. Amores a distancia, fallidos, pánico, búsquedas en Google y amigos que miran para atrás para soportar enfocar al frente. Carla escribe corto y preciso, apunta al pecho y dispara. Muy buena puntería.

Leer siempre me ayudó mucho con todas las cosas que fui atravesando en mi vida. Es una manera de sentirse menos sólo. Encontrar un personaje o un autor que hable de ciertos temas que un amigo no toca, cosas que tienen que ver con algo íntimo que los autores logran plasmar en un libro. Y, por ahí, no con toda la gente podés tener ese tipo de sinceridad. Entonces creo que si algo que yo escriba puede ayudar a alguien en ese proceso es maravilloso.

Carla Quevedo, TAN YANQUI

Hace diez años que Carla va y viene de Argentina a Estados Unidos. Cuando le preguntan sostiene que vive allá, y vuelve a acá por trabajo o de visita. Pero también deja en claro que no es algo tan sencillo. Su carrera actoral fue creciendo en los dos países de forma importante. Es así que tuvo protagónicos como en «Show me a hero» junto a figuras de la talla de Winona Ryder, o estrenos nacionales como la serie «Monzón» en la que se propuso dejar en claro que se trató de un femicidio. Esta dualidad en dos países con lenguas distintas la marcó. A lo largo del libro se pueden encontrar el mismo poema en los dos idiomas, o a veces en un solo. Hay ideas que se nota que solamente funcionan en inglés, y viceversa. Pero más allá de ciertos juegos del lenguaje, Carla piensa en dos idiomas.

Yo conmigo misma hablo en inglés. Y es algo muy raro y que ahora lo estoy contando pero me cuesta admitirlo. Lo he charlado inclusive con la psicóloga, porque yo voy por la calle hablando en mi cabeza conmigo misma en inglés. Y me he preguntado mucho el por qué. Eso ya escapa a la pretensión, al esnobismo. Una cosa es querer escribir en otro idioma, pero el hablar con uno mismo es un acto tan íntimo que me hace pensar, me hace cuestionarme mucho ¿Por qué necesito de otro idioma para ser yo?

«Arde libros» es mínimo. Un pequeño cuarto con luces amarillas y una selección de libros que esquiva a los bestsellers. Un rincón de la ciudad donde, desde hace poco más de un año, se intentan visibilizar otras cosas (y politizarlo todo). Se escuchan risas desde afuera, mientras la gente hace fila para que Carla firme los libros. Contra todo prejuicio que se pueda tener con los famosos ella se desenvuelve como se muestra. No le gusta mucho la prensa, pero se la ve cómoda en el contacto con la gente. Mientras van ajustando detalles, sus editores van y vienen con un nene y un bebé. La editorial Trópico es un proyecto nuevo. Tanto es así que «Me peleé…» es su primer libro publicado, como así también es el primer libro de Quevedo. Quienes la siguen en las redes, o la conocen más a fondo, saben que siempre se encargó de expresar su pasión por la poesía. Al ser una figura conocida empezaron a aparecerle distintas ofertas para publicar. Y ella las fue esquivando con buenos modales y excusas.

Lo que me interesó de esta propuesta en particular es que sentí que iba a estar más contenida. No es que las otras no me hayan atraído, sino que me daba más miedo. Eran editoriales que ya habían publicado a un montón de gente. Sentí que por ahí iba a ser una dinámica más distante. Y yo soy muy insegura, y era muy insegura con mis poemas. Me parecía que eran una mierda. Tenía mucho miedo, de verdad, de mandárselos al editor y que me diga: che, mejor no. (Risas). Y con los chicos se dio algo distinto. Primero que era una primera vez para todos y sentía que eso nos ponía en el mismo nivel. Además con Manuela tengo un vínculo personal. Sentí que iba a estar más contenida. Y que me iba a tener que fumar si me ponía insoportable (Risas).

Carla Quevedo, LA RESPUESTA NO ESTABA EN LAS CANCIONES DE LA ADOLESCENCIA

El libro contiene 48 poemas en 105 páginas. Así como entrelaza citas de Britney con Kierkegaard, Carla va hilando simples malos humores con heridas profundas, padres separados, miedos, ex que ya no importan. Dice no tener un método de escritura, sino más bien artimañas para escapar de la presión de sentarse a escribir. Va haciendo grabaciones entre idas al supermercado o paseos con su perro Ramón, y después se dedica a editar lo que ya tiene. Es la forma que encontró para poder engañar un poco a la auto-exigencia exagerada. Es su anti-método. Así logra hablar sin tapujos de la muerte, o definir más de una vez al amor:

Una mano invisible. Bebé, no me lastimes.

O

Confiar lo suficiente en alguien como para poder dormir la noche entera.

Pero más allá de que empiece a transitar su camino como escritora más formalmente, Carla Quevedo siempre escribió. Desde los siete, dice cuando bromea; desde los quince, cuando trata de encontrar una fecha más exacta. Este libro está compuesto por muchos textos que no nacieron necesariamente para ser publicados, sino que simplemente pasó. Será por eso que en la última página se puede leer: «Gracias y perdón».

La razón por la que yo escribo es porque leo. Porque a mí me es necesario leer. Entonces pienso que por ahí algo que yo diga le puede llegar a otra persona, y eso es… es todo.