Clapper txt_LUCAS CALOMINO_Oct_2019
Los orígenes del trap se encuentran en el sur de los Estados Unidos. Allí, en la década de los años 90’, surgió como un subgénero del rap. En un primer momento, era escuchado por personas de clase social baja. Incluso, su nombre hace referencia a lugares en los que se suele vender drogas de manera ilegal. Con el correr del tiempo, su popularidad fue en aumento, hasta llegar a lo que es hoy: uno de los estilos musicales más escuchados del mundo. Es por esto que su expansión provocó que llegue al territorio latinoamericano y se imponga por encima del reggaetón. Sacando artistas de primer nivel, ocasionó una masiva aceptación por los diversos grupos adolescentes.
Su caracterización está ligada a diversos elementos sonoros, que generalmente no tienen otros géneros musicales: sintetizadores, hit-hats, cajas rítmicas, uso excesivo del auto tune y demás. Sin embargo, como toda cosa que existe en el planeta, también tiene sus críticas. Éstas están ligadas principalmente a la confusión en las letras y a lo que pueden llegar a expresar algunas de ellas: violencia hacia las mujeres, drogas, comentarios discriminatorios, entre otras cosas.
Aun así, nada de eso impidió que su crecimiento vaya en aumento, llegando con mayor frecuencia a distintos sitios, tomó el protagonismo en el ambiente de la música. Una nueva cultura se fue imponiendo, de manera que los adolescentes pudieron encontrar melodías que los representen y los mantengan entretenidos. Además, con ello, vinieron también nuevas formas de pasarla bien en la noche de Argentina, aunque en este segmento, haremos foco únicamente en una fiesta que se encuentra en la provincia de Buenos Aires, y que tiene como eje principal el trap.
Trappin’, ideas nuevas en el círculo de la noche
Una ciudad de 30.000 habitantes fue la que tomó la iniciativa para empezar a desarrollar fiestas relacionadas al trap. En Colón, una localidad que se encuentra al norte de la provincia bonaerense, surgió lo que se conoce con el nombre de trappin’. De una manera sencilla, sin pensar en llegar muy lejos, las cosas comenzaron a fluir de manera lenta. “La primera intención fue organizar una fiesta privada, ya que éramos cinco nada más los que escuchábamos trap en Colón. En la ciudad, no había tenido mucho crecimiento, hasta que nos propusimos trasladarlo a un boliche. Vimos que a varias personas les gustó la idea, y le dimos para adelante. Fue como un sueño repentino que en poco tiempo se puso en marcha”, expresó Malena Vidal, quién es una de las principales organizadoras del evento.
Es esencial conocer la historia del trap para poder comprender algunos elementos de la fiesta. Vidal, no omitió esto y explicó qué es el trap y cómo está relacionado con su pasado: “El trap es todo. Principalmente pasa por una cuestión de actitud, más allá de la música. Hay que ponerse en un contexto histórico, ya que viene muy ligado de lo que es la cultura del hip hop, y por eso lo considero el quinto elemento.
Nosotros quisimos incluir en la fiesta esos cuatros componentes: MC, DJ, breakdance y el graffiti. Por eso se realizó un rato antes una competencia de freestyle”, y rápidamente continúo: “Afirmo que este género musical es una fusión de todo. Aquí se prioriza muchísimo utilizar ingredientes que permiten que quienes produzcan música exploren nuevos contenidos. Las nuevas tecnologías ayudaron demasiado a su perfeccionamiento”.
Incluso su desglosamiento durante la noche no suele ser igual al de otro tipos de fiestas, y en esto también se marca una diferencia contundente. “Una fiesta de trap empieza con la gente mirándose a los ojos. Ya en el segundo tema se empieza a mover un poco el cuerpo, y en la tercera canción todo el mundo empieza a saltar hasta las seis de la mañana”, manifestó Malena para luego seguir:
“La mayoría culmina bailando con gente que no conoce, armando rondas muy grandes y haciendo pogos. Las personas aplauden hasta cuando termina un tema, para que no haya un segundo de silencio. Lo increíble es que los chicos que asisten se ven contenidos en un espacio. Están escuchando lo que quieren y no lo que les propone el negocio de la noche”.
Trappin’, produciendo euforia entre los jóvenes
Por diversos motivos, muchas personas deciden no abrirse camino a estos nuevos espacios: no están de acuerdo con involucrarse en estos entornos. Por esto Juan Ignacio Allega, quién es uno de los reiterados asistidores a la trappin’, opinó al respecto: “Me parece que hay mucha gente que no se abre al género por no salir de su zona de confort. Al trap lo conocí hace dos años aproximadamente. Fue cuando miraba los vídeos del Quinto Escalón, un torneo sobre batallas de freestyle. Desde ese lugar salieron todos los traperos que se hicieron conocidos con el paso del tiempo. Empezaron a sacar canciones y se popularizaron.
En todo ese intervalo, me llegó a mí”, agregó Allega y minutos más tarde admitió que no fue algo que lo atrapara de manera repentina: “Al principio, me gustaban las batallas de freestyle. Después, cuando sacaron los primeros temas del género, no me llamaba tanto la atención. Me agradaba pero a la vez me resultaba indiferente. En el momento que comenzó a hacerse más viral, me terminó copando”.
En nuestro país, diversos artistas fueron los que surgieron con esta nueva movida musical. Adolescentes se animaron a sacar sus propias canciones para que tiempo después sean un logro rotundo, produciendo que miles de personas las escuchen. En la trappin’, una de las intenciones primordiales es poder darle lugar a los traperos argentinos. En relación a esto, la joven organizadora emitió: “Le ponemos mucho énfasis a lo que es el trap en nuestro país.
Hay que tener en cuenta que su nacimiento es a raíz de una movida estadounidense, por eso tiene un estilo muy americano. Sin embargo, el género en Argentina tiene lo suyo, se diferencia de lo yankee. Creamos un popurrí: hip hop de los años 90’, canciones en inglés y después en castellano, hasta incluso terminamos poniendo algún que otro reggaetón. Hay que tener en cuenta que no es un estilo cerrado, sino que se puede variar para cualquier lado”.
Por su parte, Juan Ignacio se animó a calificar a la trappin’, y se mostró muy conforme con el clima que se vive cada vez que se realiza: “Es como una fiesta under. Se produce un ambiente muy familiar, donde todos se conocen y la pasan bien. Yo lo compararía con las personas que van a las fiestas electrónicas. Es gente muy educada, y hay factores claves que la distinguen de otros entornos. El respeto es fundamental”. Incluso, Malena también opinó al respecto y dijo: “Es un ambiente diferente, y quiénes escuchan trap quieren salir de la rutina de salir a bailar siempre la misma música. Bastantes jóvenes se lo tomaron como una oportunidad distinta. Vimos muchos adolescentes de otras ciudades y de otros pueblos cercanos. Hacía muchos años que eso no sucedía”.
Trappin’, en la senda de un festival de gran nivel
La muestra de su éxito se ve reflejado cuando queda demostrado que a la última fiesta fueron más de 300 personas, teniendo en cuenta que es una movida que recién comienza, es bastante. Varios fueron los que se acercaron de diversas localidades vecinas para presenciarlas y tratar de vivir algo nuevo a lo que se tiene acostumbrado. Además, la última fiesta se tuvo que proyectar a lo grande y cumplió las expectativas de todas las personas, tanto de los organizadores como de los que asistieron únicamente para divertirse.
“Las redes sociales nos ayudaron un montón en cuanto a la difusión. Queríamos poder hacer algo que nos guste y nos convenza todos. Estar en contacto con quiénes estaban manijas de ir, nos hizo pulir muchos detalles para que todos disfrutemos un poco más”, sostuvo la adolescente. Encima, la situación se extendió tanto, que desde el municipio prestaron atención a estas nuevas formas de arte y se contactaron con ellos.
“Desde la Municipalidad nos propusieron trabajar en conjunto para poder proyectar algo grande. La iniciativa surgió desde el espacio de cultura ya que les llamó mucho la atención. Ellos entienden que es el género que está atrapando hoy en día a la juventud. En nosotros vieron una oportunidad de poder hacer algo para todos, tanto a nivel ciudad como a nivel región.
Estamos planificando un evento grande en el anfiteatro de la localidad”, expresó Vidal y continúo dando más detalles: “La intención es realizarla en los meses de diciembre o enero. Surgió la posibilidad de traer a Dillom, que es un artista súper nuevo y que los adolescentes lo escuchan mucho. Además, otras alternativas son Ca7riel y Paco Amoroso, que no tienen demasiado trap de base, pero son de gran importancia para el ambiente”.
Asimismo, Allega reveló más intereses en cuánto a estas nuevas formas de divertirse y de expandir el género. Desde el municipio parece haberles interesado realmente, ya que surgió también la posibilidad de crear una escuela para fomentar estos talentos. “Hay un proyecto para poder hacer una escuela de hip hop. La idea es que a los niños a los que les gusta el estilo y el ambiente, puedan ir dos veces por semana a aprender diversas cosas tales cómo bailar, freestylear, producir música y demás”, contó Juan.
El único interrogante latente, es determinar si el trap va a seguir creciendo o no con el paso del tiempo. Ya que se puede ir derrumbando cómo ha pasado tantas veces en otras situaciones con diversos aspectos. Su auge más fuerte parece estar teniéndolo en este momento, aunque algunos sostengan que fue a mediados del año 2017 cuando hizo estallar todo. Lo cierto, es que los adolescentes empezaron a dejar atrás otras melodías que ya prácticamente quedan muy lejanas en la sociedad.
Llegaron nuevos estilos musicales que son acompañados por muchísimas personas, siendo estas las principales protagonistas para que todo vaya en aumento, transmitiendo diferentes cosas, con ritmos completamente nuevos, se fueron imponiendo ante los rivales que tenían en frente. En pocas palabras, se están llevando todo por delante. Malena Vidal, expresó que obviamente “el trap es una moda, pero que llegó para quedarse”. Además, agregó que es una movida que tiene para desarrollar un montón de cosas más y que “existe un potencial enorme entre los jóvenes”, ya que con una computadora y con un programa se pueden crear una canción.
Por su parte Juan Ignacio Allega, un adolescente de 21 años que entró de lleno en estas nuevas formas de sentir y disfrutar la música, opinó que con el paso del tiempo tanto el género como la fiesta van a ir ganando más popularidad. Incluso, expresó que a las personas “les va a producir curiosidad el entorno” que se vive allí dentro, y que eso “será un factor fundamental en el día de mañana”.