Clapper txt_Nicolás Eliceche_May_2019

Qué lindo que es volver a ver a La Clavija en Rosario, hacía tiempo que tenía ganas de saltar, bailar y moverme al ritmo de sus canciones rockeras. Ya no sé cuantas veces fui a verlos en vivo, pero no importa, porque la banda no se repite, no es siempre igual un recital de “la Claudia”, creo que eso hace que no me aburra. El sábado pasado estuvieron en Mono junto a La Garufa (Temperley) y Willy Gomez (Uruguay), ambos grupos son viejos conocidos de La Clavija, fruto de su música que viaja por todos lados.

Apenas entré al bar note algo diferente, el ambiente festivo se podía respirar. La Garufa estaba sobre el escenario haciendo bailar al público, tanto a los rosarinxs como los chicxs que viajaron desde Buenos Aires. Ya desde el comienzo me sorprendí por la gente, saltaban, bailaban y coreaban todos los temas de la banda, algo que no sé si pasa en todos los recitales. Pero obviamente después caí en la cuenta, estaba ahí para ver a La Clavija,  y su público es fiel, respetuoso y apoya siempre a todas las bandas invitadas de los conciertos de “la Claudia”.

No termino de comprarme una cerveza que veo el escenario y la puesta en escena que había armado la Clavija para su show. Todo Mono estaba caracterizado como si fuera un circo, telas y banderines de colores atravesaban el techo y vestían las paredes. Sobre el escenario un cartel gigante con el nombre de la banda escrito con la tipografía y colores típicos de feria adornaba el telón negro de fondo. Una sonrisa se me escapo al instante, estaba en una fiesta y ya comenzaba a mover mi pie al ritmo de la música.

Era el ambiente de un circo y como no podía ser de otra manera el payaso Petalito presento a la Clavija invitando al público a bailar y rockear. Su rol no se limito simplemente a eso, ya que subió al escenario en varias oportunidades a lo largo del show, recuerdo por ejemplo que en la canción “Días Grises”, subió a hacer una performance, jugando con la “luna” que también formaba parte de la escenografía.

El público estaba feliz, se podía ver en las caras. Creo que eso tiene la Clavija, su público, y lo vuelvo a repetir porque no sé cuantas bandas pueden lograr esa amistad que se crea entre todos los que están abajo de escenario. Las gorras camioneras con las remeras de La Renga, Farolitos, Callejeros, Los Gardelitos (entre las que me acuerdo) vestían a los chicxs que bailaban y rockeaban en todo momento. Los vasos de cerveza pasaban de mano en mano, todos compartían, nadie era egoísta con su bebida, porque serlo si estaba tocando “la Claudia”.

Sobre el escenario la banda, como lo hace habitualmente, buscó dar el mejor show posible. Lo consiguió, de eso no tengo dudas. Siempre busca pequeños momentos para romper un poco la estructura del show. Por ejemplo, un momento increible y de otro mundo, fue cuando subió al escenario Juan Aborigen con su armónica y Augusto Fazzini con su saxo. Allí se dio algo espontaneo que demostró el nivel de la banda, cada uno tuvo su tiempo de hacer un solo con su instrumento, pero no quedo ahí. Juanjo, el cantante, observó que el público estaba disfrutando de eso, por eso continuo con los solos “designando” al integrante de la banda que debía hacerlo, por eso pudimos disfrutar de un solo de saxo de Faundez el saxofonista de banda, de guitarra y batería, todo improvisados en el momento.

Creo que un gran punto que hace que las canciones de la Clavija tengan su propio estilo es que se conviven distintos géneros dentro de la banda, con esto quiero decir que se percibe desde blues, rock and roll, hard rock y algo de heavy metal también. Esto pude escucharlo sobre todo cuando en el intervalo musical que hace la banda para descansar, en ese momento quedan sobre el escenario los “clones” (batería y bajo) y el guitarrista Greco (última incorporación a la banda). Entre los tres hacen una zapada bastante rockera y heavy que rompe un poco con el ambiente, ojo rompe en el buen sentido ya que logra dejar con la boca abierta al público que los ovaciona cuando terminan.

Y por último, el otro momento que destaco como quiebre de ambiente fue cuando el Fabri Fioranelli tomo el micrófono y canto “Subiendo Distorsión” del segundo disco. El público enloqueció, pogueo y bailo al ritmo de ese blues rockero en la voz de un blusero de la hostia, que a lo largo de la noche hizo gritar a su SG de una manera hermosa. Casi me olvido del nuevo tema que presentaron, creo que fue el único momento que el público se calmo, pero estoy seguro que lo hizo porque Juanjo aclaró que la letra trataba sobre la situación actual del país. Entonces los rockeros, al no conocer la canción, decidieron escuchar la letra y terminaron ovacionando la actitud de La Clavija.

La Clavija demostró, como siempre lo hace, que está en constante crecimiento y evolución, a pesar de tener solo 2 discos, es una banda que no aburre nunca con su repertorio, siempre es una fiesta. Su público, no me voy a cansar de repetirlo, es algo que suma a todo ese ambiente festivo que hizo que termine bailando y pogueando con ellos. Terminó la banda y bebí el último sorbo de cerveza que quedaba en mi vaso. Me puse la camisa y encare a la puerta. El frio y la llovizna que caía no me molestaron, estaba contento, feliz, me puse la gorra (si yo también había llevado una gorra camionera), subí a la bici y me fui tarareando la Clavija a todo volumen por calle Santa Fe.