Clapper txt_Matías Querol_Mar_2019
¿Una canción puede ayudar a cambiar el mundo? ¿Vuelve LA PREGUNTA remanida tantas veces esbozada en la historia por los críticos culturales; más o menos casados con el cinismo o con el ofrecimiento de sus corazones? ¿Podremos escribir esta reseña basada en preguntas y más preguntas? ¿Podría tolerar el lector que línea tras línea todo lo expresado aquí en #ModoAvión sea igual a un interrogante mayúsculo que nos trae LA PREGUNTA?
No podemos dejar de mencionar la fantasía que nos toma. Armar una reseña construida tan sólo de preguntas, unas seguidas de otras, sin prisa: ni pausa, ni afirmaciones, ni sentencias, ni verdades. Una reseña parida en los márgenes absolutos de una relatividad absoluta. Reseña que pudiera hasta ir contra sí misma y que hablara en nombre de una nueva voz naciente en el polvo de la barricada.
Volvemos al ruedo. No podemos resistirnos a la tentación de estar encerrados entre los signos curvilíneos (¿?) más bellos y erotizantes de todo el alfabeto, los que abren las puertas al ensayo permanente de un ir más allá de lo que hoy es y mañana podría ser. Tenemos una clave de escucha/visualización para anotar en nuestro block de notas. Vamos pensando/sintiendo una canción a medida que la vemos/escuchamos en la línea de tiempo de su videoclip, una y otra vez, queda escrita indeleble LA PREGUNTA.
LA PREGUNTA, estética como herramienta pop-lítica
Vuelve la catarata de preguntas y más preguntas, ¿Puede Babasónicos ser considerada una de las bandas del rock argentino que mejor expresa la postmodernidad; en tanto disolución de las identidades fijas y apelación a la estética con un sentido político? ¿Es la estética una herramienta discursiva de la política en tiempos de la primacía de la imagen/experiencia 4G? ¿Es posible deslindar a la estética a la hora de construir (contra) poder en redes sociales? ¿O lo político obedece tan sólo a la racionalidad de un discurso homogéneo en boca de los expertos de la programática?
Seguimos dando piedra libre a una nuestra fantasía de preguntar y preguntar hasta el último blanco de la reseña. ¿Es Babasónicos una propuesta artística riesgosa en su afán dual de pertenecer al mainstream y, a la vez, provocar cimbronazos en el sistema de valores; aunque sigan siendo tildados de frivolidad por chatos oídos sordos? ¿Pueden estas preguntas responder a LA PREGUNTA (esencial, primera, mayúscula, universal) que nos convoca en esta reseña? ¿Tenemos preguntas y más preguntas que se multiplican como muñecas rusas dentro de otras hasta llegar a la mayor? ¿Cuál es LA PREGUNTA mayor que hoy nos convoca? ¿Cuál es el coro de voces en armonía que hoy nos (des)espera para que ejecutemos nosotros una acción directa?
LA PREGUNTA, preguntas y preguntas en el tubo de ensayo
Pensemos entonces que la reseña irá respondiendo a LA PREGUNTA a partir de incontinentes preguntas que se desprenden de aquella esencial, todavía poco clara, como si estuviéramos en el tubo de ensayo de un juego científico de deducción que nos llevara a cotejar nuestro principio rector con la realidad inmediata. Así mismo, podríamos pensar en el camino inverso, vale decir, partir de la inducción hacia la ley general. Partir de la observación o las preguntas menores; como si fueran los andamios en el armado del escenario mayor de LA PREGUNTA. Tenemos entonces múltiples preguntas y preguntas. ¿Tendremos una respuesta para LA PREGUNTA?
Vamos a preguntarnos por LA PREGUNTA que Babasónicos se hace, y nos hace. De entrada podría ser una interpelación directa y sin rodeos a un oyente/espectador entumecido en el sillón de su casa de papel, participando de la anarco-ilusión de joder el sistema financiero tan sólo observando cómo otros (bellos y fuertes) hacen el trabajo sucio por él. LA PREGUNTA abre con una afirmación en primera persona y tono reflexivo, acentuado por un Dárgelos filósofo que mira a la naturaleza en el horizonte, “A veces me echan de mi propia casa, una hora antes que me lo merezca, el tiempo es curioso como aquel jurado, de ese show de baile, que todos pretenden ganar, y participar, donde se muestra gente al borde” .
Preguntas minúsculas, ¿Hay bordes y bordes? ¿Hay bordes que nos llevan a implosionar por dentro como efecto directo del vacío de marcos de referencias para la acción directa? ¿Qué podemos hacer para pensar cómo vivimos y cómo quisiéramos vivir; lo que en definitiva es lo político? ¿O hay otro “borde” donde la “gente” puede llegar, por otro lado, a emerger como carne caliente para una misma acción directa? ¿Hay un “borde” como molotov que explota en la cadena sintáctica de la oración de LA PREGUNTA? ¿Hay “borde” como un límite de tolerancia por soportar que “la vida es un vaso de gaseosa aguada, que hay que disfrutar y pagarlo de más”?
LA PREGUNTA, el verbo «haber» en un futuro perfecto
Una de las claves en la letra que se abren para llegar a LA PREGUNTA puede ser la frase “Habrá que insistir, como lo hicimos tantas veces”. Aquí Dargelos nos anticipa el estribillo pop-lítico; sin filtro alguno de Instagram que lo pudiera demorar como estética digital de un acercamiento fraguado. El verbo en futuro perfecto “habrá” juega entonces con la dualidad de un presente status quo; pero que mañana podrá ser diferente: “habrá que pagarlo de más” y “habrá que insistir, como lo hicimos tantas veces”.
El verbo “haber” juega en dos planos a la vez. Por un lado, es el acto reflejo de la aceptación conservadora (“pagar”) de lo que es de una manera; y aquí Babasónicos vuelve al mercado gran hermano como en “Los burócratas del amor” (“¿Cuánto vale un rato más a tu lado?”). Por el otro, “habrá que insistir, como lo hicimos tantas veces” es el mismo verbo pero que se zafa en plural del status quo y vuelve a poner en el centro de la escena a la política; recuperando tradiciones del pasado.
Verbo conjugado en futuro perfecto (“habrá”) fecunda el embrión de una respuesta a LA PREGUNTA, nada más, nada menos, que la fuerza de lo colectivo (“hicimos”) en movimiento de otra “gente al borde”; más adelante figurada en el coro armónico del grupo alineado que nos retrotrae a la estética de los álbumes de agrupaciones folklóricas de la liberación. La naturaleza de caracoles y colinas en el videoclip, mixturada con juegos de luces artificiales, nos habla de un mundo complejo, híbrido, donde caballos salvajes y hachas y rocas se entremezclan con sonoridades electro-pop a las que la misma canción parece reducir como zoncera en su frase literal “estribillo pop”.
LA PREGUNTA, naturaleza iluminada y la pos-verdad
Las luces móviles que iluminan la naturaleza parecen ir en busca de la respuesta a LA PREGUNTA mayúscula que el estribillo crudamente expone, sin lenguas rígidas que nos idioticen con eufemismos de catástrofes naturales como ”tormentas” o “huracanes”. Las luces en la colina parecen ir en búsqueda de un héroe popular que arroje la primera piedra y levante el vozarrón; el primero que pueda tumbar con instintos primarios la monotonía insoportable de pos-verdad que irrealiza todo.
Vamos entrando en la densidad polisémica de “LA PREGUNTA”. A esta altura sería recomendable que el lector o lectora comenzará a acompañar dándole “play” al videoclip. Suspendemos toda verdad establecida y el precio del dólar, para volver al precio del dólar con algo más que indignación mediática y emoticones de rostro rojo enojo, “La pregunta es quién está dispuesto a matar, quién está dispuesto a morir, quién va a defender, quien va a defenderte de mí, por lo que no vale nada, cuál sería la gracia”. En estos pasajes de LA PREGUNTA se respira arte en el mejor de los sentidos, esto es, una canción que sabe ir contra sí misma, que no se pone en el lugar descriptivo de la realidad y baja línea sobre cómo habría que actuar en ella.
Muy por el contrario, LA PREGUNTA se pregunta a sí misma y se implica como parte del asunto sobre los alcances de la poesía rock en lo político, “quién va defenderte de mí (…) no se puede sólo desatar el nudo con un estribillo pop, que lo repetís, hasta que lo puede cantar, un conjunto de orangutanes”. Muy fácil sería para LA PREGUNTA volver al tic de hablar sobre la realidad, al lado del camino. LA PREGUNTA también nos lleva a preguntarnos sobre los “estribillos pop”, y cómo éstos pueden ser toneladas de maní para entretener a los “orangutanes”.
LA PREGUNTA, el barro de la pop-lítica que nunca le va a pertenecer
Otra de las expresiones potentes de las preguntas minúsculas hijas de LA PREGUNTA es “quién va a reclamar para qué, quién va reclamar para sí, quién se va a ensuciar si al final, nunca le va a pertenecer”. Aquí LA PREGUNTA pareciera mancharse con la figura del barro (“ensuciar”) en la política, pantano de impurezas que siempre quedará desmentido por el sentido común imperante de zen emprendedor, aquel que se mirará el ombligo en su selfie matinal, y nunca podrá verse reflejado en el espejo de cuerpo entero de una causa/casa común en lo colectivo. (“nunca le va a pertenecer”).
LA PREGUNTA se formula con dejo de desesperación. Pero no hay respuestas fáciles, porque la respuesta a mano es la dificultad de encontrarse en el mismo barro para la acción directa. LA PREGUNTA es una pregunta acaso dirigida a un líder popular ausente, para alguno de los buenos nuevos que anda por ahí tragando mierda y que pueda romper la inercia de un republicanismo rubio y glotón.
LA PREGUNTA es inconformista por naturaleza en la naturaleza intervenida por luces móviles artificiales. LA PREGUNTA, pese a no saber bien por dónde y quién y cuándo y cómo, responde en su interrogación (con coraje de bandido rural) a la afirmación nunca más neo-facha que hoy se imprime en los afiches urbanos y en las retinas de los tantos locos acelerados: “haciendo lo que hay que hacer”.
LA PREGUNTA, tajo sangrante en las palmas de las manos
LA PREGUNTA abre el juego, cuestiona lo establecido, visibiliza fisuras, incita a una acción directa que sacuda la paciencia de pasar el invierno. LA PREGUNTA percibe, aunque difuminados, otros horizontes como el filósofo Dárgelos en el videoclip, observando todo a su alrededor, como si fueran sus ojos vidriosos algo deformes (saturados por las lágrimas contenidas) un otro foco de luz a la espera de la entrada en el escenario mayor del joven que monta a pelo su caballo. El joven en cuero es una alegoría de un futuro perfecto que LA PREGUNTA abre, y seguirá abriendo, como tajo sangrante en las palmas de las manos que emitirán un nuevo sufragio universal.
En lo estético, la incorporación de siluetas humanas en las sombras, con tonalidades azules y rojas imbricadas como identidades políticas informes, parece connotar que allí- entre las sombras- estará el elegido, el que picará en punta y dará el paso para enfrentar a la yuta montada. El elegido será quien arrojará la primera piedra, claro está, metafóricamente hablando. LA PREGUNTA es una obra maestra que lanza en su letra cantada “estribillo pop”, como si fuera edulcorante para un café descafeinado (diría otro filósofo Zizek) y, a la vez, lanza el estribillo pop-lítico en su canción, que nada tiene de bestia pop, y no trepida un segundo en pasarse de toda raya: “Matar/“luchar/“reclamar”/“defender”/ “pelear”/ “morir”.
Otra vez la misma provocación que insinuamos, una y otra vez, cíclicamente. Otra vez nos toma la fantasía, el juego de preguntar y preguntar, desmarcándonos de toda sentencia final. ¿Es LA PREGUNTA una canción que tensa la cuerda y nos quiere llevar más al “borde” de lo que estamos? ¿Es LA PREGUNTA una canción de rock que describe en su complejidad el “borde” neo-facho al que nos llevaron y que, precisamente, en la tachadura de las preguntas y LA PREGUNTA, aborta toda posibilidad de pensar (“quiero que pensemos la pregunta”) cómo habitar de otro modo el mundo para todxs?
LA PREGUNTA, el rebrote neo-facho de «haciendo lo que hay que hacer»
¿Es LA PREGUNTA un inesperado retroceso en la historia que nos vuelve a Patria o muerte (1988), título del álbum de Don Cornelio y la Zona editado en el ocaso de la democracia como promesa de cura total? ¿Es LA PREGUNTA en sí misma un hecho político transformador (como pensara la acción otra filósofa de los totalitarismos como Arendt), cuando impera nuevamente el neo-fascismo en la frase de viejo choto “haciendo lo que hay que hacer”?
LA PREGUNTA nos muestra un coro armónico conformado por distintas tonalidades de voces, como si fuera la misma multitud en las calles, okupando las calles, buscando por ahí nomás en un maxi-kiosco de Lanús un guiño para la comunidad o la sangría en una oración que escriba la acción colectiva. En el videoclip de LA PREGUNTA se descubre más tarde los rostros de aquellos que, en las sombras, urdían la trama de una acción directa, que explota directa con la distorsión en la guitarra y saca a un sacado Dárgelos. El frontman aparece, pierde los estribos, sale de su modo contemplativo, y estalla con voz filosa del hacha blandiendo en lo alto de un anarco ideal: “Quiero que pensemos la pregunta, y que nos la dejen preguntar. ¿Quién va a reclamar, quién va a reclamar, quién va a reclamar…”.
LA PREGUNTA, sube y sube la temperatura de un estribillo pop-lítico
Sobre el final todo comienza a levantar temperatura y contagiar la acción directa que queda en las manos y en el grito del oyente/espectador. Una última pregunta antes de ir finalizando esta extraña reseña cautiva entre los signos de interrogación. ¿Podremos como oyentes/espectadores hacer otra cosa por LA PREGUNTA más que subir el volumen de la canción en Spotify y bailar y bailar? En fin, misión más que cumplida por LA PREGUNTA, misión más que cumplida por una canción de rock; aunque el “rock” como género siga siendo hoy un cómodo reduccionismo para la crítica especializada que duerme la siesta en la sección “Espectáculos”.
Volvemos al videoclip, volvemos a LA PREGUNTA. Uno de los ricos momentos visuales de este final es cómo el coro unificado va girando en varias direcciones y desconcierta al ojo del espectador, quien de repente visualiza a éste de perfil como en un parpadeo efímero. La sensación dominante es que no hay una única salida. La sensación dominante es que las luces en las colinas iluminan las zonas geográficas por donde pudiera estar alojada LA RESPUESTA; pasaje al acto que sucedería a los puntos suspensivos que nos deja a estas horas de la noche LA PREGUNTA.
El grupo gira, es girado por las luces, como si hubiera que seguir buscando y buscando y buscando en lo alto de la colina “por dónde saldrá el sol” (Manu Chao-1998). “Habrá que insistir, como lo hicimos tantas veces” echar luces de sol para responder a LA PREGUNTA que un estribillo pop-lítico, enterrado como herradura animal al barro de su tiempo, nos formula, interpela y contagia un hambre multiplicado de revolución, claro está, metafóricamente hablando.