Clapper txt_ALIDA KONEKAMP_Jul_2019

Marie Kondo es una japonesa que se convirtió en fenómeno global cuando dio a conocer el método KonMari en su libro La magia del orden. Fue a principios de este año cuando Netflix publicó el reality show ¡A ordenar con Marie Kondo! cuando el orden metódico, no sólo de placares, sino de los diferentes espacios de la casa, se convirtió en un boom: se agotaron los cestos, separadores y organizadores de armarios y conceptos como “disciplinar el caos”, “categorizar” y “despojarse” se volvieron parte de la conversación diaria de los argentinos. Sin embargo, el arte de ordenar y categorizar tiene varios años encima y dio lugar a un oficio: el de organizador profesional. ¿En qué momento el desorden atraviesa el umbral necesario para abrirle las puertas del placard a un extraño?

Organizadores profesionales, abriendo puertas

Julieta Gironacci Herrera (o su alter ego Julieta Dominga) es editora de armarios y organizadora de espacios y lleva varios años metiéndose en placares ajenos: “Empecé con mis amigas y después el boca en boca me abrió las puertas de muchas casas. Hice tantos placares gratis… – dice mientras recuerda sus comienzos – y un poco más adelante, lo que me legitimó fue el hecho de tener un micro en Inspirarte TV. Ya no era cualquier persona la que entraba en tu casa, sino que era ‘la chica de la tele’. También cuando salió la serie de Marie Kondo, me hicieron una nota para el diario La Capital y tuve dos mil seguidores nuevos en un día. Pero más allá de todo eso, que por supuesto ayuda, es la calidad de mi trabajo y el vínculo cercano que busco tener con cada persona lo que para mí hace que me abra las puertas de su casa”.

En otros países del mundo, como Estados Unidos y España, los organizadores profesionales formaron asociaciones en las que dictan cursos para perfeccionar sus técnicas y persiguen activamente el reconocimiento de la profesión. En Argentina, la formación sigue siendo autodidacta y algunas, porque en su mayoría son mujeres, se animaron a hacer de esta capacidad innata para el orden y la organización, su principal ocupación. Julieta Dominga empezó allá por el 2012.

Fue un camino durísimo. Primero, que la sociedad rosarina entienda cuál era el servicio, después hacerme conocer, porque todo muy lindo, pero estas mostrándole tu intimidad y tus miserias a una extraña. Hace poquito empecé a dar talleres que están buenísimos, sobre todo para quienes no pueden pagar los servicios. Lo que busco en los talleres es motivar a la gente a que corra la mirada de que el orden y la organización es sólo para gente obsesiva, así como ir a la playa en bikini es solo para gente con cuerpo perfecto”.

Muchos de nosotros podemos considerarnos personas ordenadas, sin embargo, organizar es otra cosa y solo viviendo la experiencia de un profesional haciendo su trabajo podemos entender la diferencia: “Uno puede tener las cosas perfectamente ordenadas, pero si no están en el lugar adecuado, la organización se rompe. Por ejemplo, si en tu placard tenés a mano las toallas y arriba de todo tenés las carteras que usas todos los días, no hay organización. La ropa interior va en el primer cajón y lo más adelante posible, porque es lo primero que te pones. Vestirte no te puede llevar más de diez minutos”, explica Julieta Dominga.

Organizadores profesionales, psicología del orden

María Cecilia Filippi es licenciada en Psicología (Mat. 6861) y en sus experiencias de orden y organización de espacios combina ambos saberes para entender al que está del otro lado: “Me gusta conversar con mis clientes antes de empezar a trabajar y preguntarles cómo es su día a día, la rutina, cuántos integrantes son y cómo se sienten con su casa. Todo eso me permite hacer un diagnóstico y armar un plan que se adapte a lo que cada cliente necesita. Por supuesto que el objetivo es darle ideas de cómo organizar su casa, pero siempre respetando las decisiones de cada uno”.

Las emociones dicen presente en el antes y el después del orden de cualquier espacio de la casa. Y muchas veces, el desorden, la acumulación y la dificultad para desprenderse de algunos objetos tiene también un trasfondo psicológico. De todo esto se encarga María Cecilia Filippi, mientras organiza, ordena y descarta: “Puede haber razones muy profundas y arraigadas por las cuales una persona es organizada o no. Desde tristeza hasta estados de enamoramiento. Por eso es clave conocer el momento vital de cada persona cuando vemos su placard. Es decir, podemos tener épocas en que somos más organizados y otras que no tanto. Pero la clave es encontrar lo que le funcione a cada uno. Si bien hay parámetros para organizar, creo que es un error caer en una formula. Ayudar a la persona a que la organización se adapte a sus propias necesidades diarias, tal como una terapia. Yo no puedo adaptar a mi paciente a mi teoría, tengo que conocerlo y analizar en mi repertorio de teorías cuál de todas lo va a ayudar más”.

Organizadores profesionales, ¿Por qué nos cuesta tanto soltar?

Hasta ahora vamos bien. Entendemos que el orden y la organización traen beneficios reales, pero también ocurre, que a veces es muy difícil dejar ir algunos objetos de nuestras vidas. Por diferentes razones, como la historia personal o el contexto, las cosas materiales toman tanta relevancia en la vida de las personas, que la sola idea de no tenerlos más asusta. “Lo que ocurre es que no queremos olvidar el pasado. Muchas veces, los objetos toman un gran significado que terminan convirtiéndose en objetos desbordados de emoción. Es decir, puede ser mucho más práctico ponerme triste al tocar el alhajero de mi abuela. Eso no está mal, es común. Lo que si es desbordante es tener decenas de objetos, que a su vez generen cientos de emociones y terminen tomando el control de nuestras vidas”, dice María Cecilia Filippi.

Por eso, al momento de despojarse, las excusas son muchas. “Por lo general tiene que ver con el miedo al futuro, ‘¿y si lo quiero usar y no lo tengo?’. Lo que pienso es que, si a pesar de no usar la prenda por una o más temporadas, es una prenda única, difícil de adquirir y está en buen estado, puede quedarse. Pero si estamos hablando de ropa que no se usa hace más de dos temporadas, o hace falta bajar tres kilos para poder usarla y está guardada hace cuatro años, adiós”. Hay una mezcla de esperanza y procrastinación en esa historia, de la que todos fuimos parte alguna vez, de reservar por las dudas una prenda que queda chica. “Mi respuesta es que cuando baje los tres kilos se haga un mimo y compre uno nuevo, porque de verdad no va a querer usar el viejo, ya es otra persona”, afirma Filippi.

Organizadores profesionales, la seguridad de los objetos

Julieta Dominga recomienda ‘La seguridad de los objetos’, una película muy movilizante para entender de qué va esto de retener ciertas cosas: “Uno genera una relación con lo objetos que da seguridad, también es una forma de tener cerca a esa persona que ya no está más y en realidad, después te das cuenta de que lo más valioso que tuviste con esa persona que se fue, es el tiempo y la alegría compartidos”. Otra de las respuestas de sus clientas al momento de achicar el número de prendas, es el sentimiento de lástima porque se trata de un regalo o tiene un origen especial: “La lastima es un sentimiento tan espantoso, es lastima que estás sintiendo por vos mismo. Yo lamento que esa persona no te conozca y te haya regalado un tapado naranja y no negro. Te dio felicidad su gesto, se lo agradeciste en ese momento, fin. Y aprovecharlo para ayudar, donar, siempre hay alguien que va a serle útil o que le va a gustar eso que a vos no”, agrega Julieta Dominga.

Sin embargo y más allá de estas dificultades, enfrentarse a estos movimientos de energía emocional vale la pena. “Durante el trabajo y ni hablar al final, cuando ven que todo está ordenado y organizado, las clientas se sienten maravilladas. Pero lo que más me gusta, es que pasan los días y me cuentan que ahora sí pueden ver lo que tienen y, en consecuencia, aprovechan todo mucho más: esa fuente hermosa que estaba llena de tierra porque era la fuente para los invitados que nunca invitaron porque su casa era un caos, ahora queda divina en la cena de cada noche. La idea de la organización es también dejar de lado que lo lindo no se usa o se guarda para una ocasión especial, ¡ese día especial es hoy!”, opina María Cecilia Filippi.

Y aunque con todos estos resultados ya parezca un montón, hay más: organizar espacios genera consecuencias más allá del orden mismo. “Energéticamente, la sensación que queda después de ordenar es que por fin no elegís más vivir mal. Una vez que tenes tu casa en orden pasas a otros asuntos de tu vida en los que hace falta limpiar y hacer orden, como los vínculos, cuáles nos hacen bien y cuáles no”, agrega Julieta Dominga.

Organizadores profesionales, consumir menos y mejor

Definitivamente, una de las claves tiene que ver con cambiar el inicio de esta cadena y empezar a consumir conscientemente. “Tener nuestras cosas organizadas y ordenadas nos permite ver qué tenemos en exceso y qué realmente nos hace falta. ¡Si cambiamos el chip y tenemos nuestro placard organizado, no hay dudas que el chip del consumo también va a cambiar!”, asegura María Cecilia Filippi.

Trato de fomentar el consumo responsable, porque no hace falta tener siete pares de botas negras, es innecesario, es obsceno, y tampoco podés endeudarte por un par de zapatos. Me desespera que la gente gaste su tiempo en ganar dinero para comprar cosas que no necesita. Hoy lo puedo decir después de hacer mucho trabajo profesional y personal y quiero transmitirlo de esa manera, porque es un camino posible. Empezás ordenando tu casa y lo demás se ordena solo”, finaliza Julieta Dominga.