Clapper txt_Agustín Vargas_Sep_2018
La primera en tomar la palabra fue la directora Cecilia del Valle, cuya última producción, el unitario “Canela. El proyecto”, se proyectó este año en Plataforma Lavardén y en el cine público El Cairo. En esta realización —un documental Incaa se encuentra en posproducción—, Del Valle se aproxima a la figura de la arquitecta y docente trans Canela Grandi. “Ayax, a los 48 años, decidió ser Canela. Este unitario acompaña a la protagonista a través de un parangón con cinco etapas de una obra en construcción: Demolición, Planificación, Cimientos, Estructura y Terminaciones. Es a lo largo de este gran proceso de deconstrucción y construcción que llegamos a conocer a sus hijos y su madre, su trabajo y sus amigas”, se explica a modo de resumen.
Luego de contar algunos detalles de cómo fue la aproximación con Canela y el modo de encarar el guión, Del Valle hizo referencia al armado de su equipo. En este sentido, afirmó que en un primer momento le pareció interesante conformar “un grupo de mujeres para lograr ese acercamiento”, algo que terminó siendo desistido al no encontrar mujeres para puestos de mayor relevancia. “Lo que me pasó —agregó— es que en algunos roles no encontraba la persona correcta, y era algo [que iba] más allá del género. Después, encontré un DF [Director de Fotografía] que me pareció que era ‘invisible‘, maravilloso y sensible; Canela lo amaba, todos lo queríamos… fue excelente.
Entonces, aquella idea de que yo tenía de un equipo femenino era un poco forzada”. Por su parte, en un tramo posterior de la charla Del Valle expresó que en una primera instancia recurrió a dos montajistas hombres, quienes le devolvieron recortes que “coqueteaban con el sensacionalismo”. Contrariamente, junto a la montajista Verónica Rossi logró un acercamiento “más amoroso”.


Mujeres relegadas
“Me parece que no es casualidad que no haya mujeres para elegir en los roles técnicos. Como no hay acá en Rosario, tampoco hay a nivel nacional”, añadió la docente y directora María Langhi («Ni Una Menos en Santa Fe»), quien a lo largo de su exposición brindó una serie de números y datos que reflejan la desigualdad sufrida por las mujeres en el sector audiovisual: sólo el 14 por ciento son directoras mujeres, según la DAC; el 60 por ciento de estudiantes de cine son mujeres, pero sólo el 10 por ciento de ellas ocupan la fuerza laboral cinematográfica; los dueños de las salas cinematográficas son hombres; en el canal público santafesino 5RTV, el directorio está conformado por hombres, y muchos programas excluyen a las mujeres de los equipos técnicos.
A su vez, Langhi expresó que “el cine produce sentido, y hemos estado históricamente contadas desde una subjetividad masculina… Todos los teóricos y los directores que vemos en nuestras carreras son hombres; y es más, muchas veces hombres abusadores, hombres misóginos”. “Hay que empezar por las escuelas, por los institutos de formación, donde como docentes tenemos que trabajar esta cuestión de la equidad en los relatos y en la subjetividad audiovisual”, agregó la también productora, quien además ahondó sobre la desfinanciación del Incaa llevada adelante por el actual gobierno y la importancia que tienen las distintas asociaciones de mujeres cineastas que se organizan en el país para exigir políticas públicas igualitarias.

Lucrecia Mastrángelo tiene en su haber la realización de documentales vinculados a temáticas sociales tales como «Sexo, dignidad y muerte», centrado en la dirigente y trabajadora sexual Sandra Cabrera, y «Nosotros detrás del muro», donde aborda la cárcel de mujeres, “un lugar donde no entraba ninguna mirada”. Tras comentar la trascendencia que tiene que el material pueda verse —algo por de más de dificultoso, ya sea por las decisiones de las distribuidoras o por el desinterés de los canales televisivos en pasar las producciones— y coincidir en la importancia que tiene la educación para estimular que los roles se repartan de manera equitativa, Mastrángelo manifestó que “lo personal es político; el cine es político”. En este sentido, explicó que el recorte de la cámara es subjetivo; la mirada de las mujeres es diferente a la de los hombres (y a la de otras mujeres).
“El que está adelante no es un objeto, es un sujeto”, recalcó Mastrángelo, quien además sostuvo que, según su experiencia, es importante que el guión pueda elaborarse en conjunto para centrarse en la problemática a denunciar; es decir, “darles voz a aquellos que no la tienen”. Además, observó que existe la responsabilidad de no replicar los “estereotipos de los medios hegemónicos” vinculados a las mujeres o la femineidad.
Deconstrucción como bandera
Las disertantes coincidieron en destacar la importancia que tiene el movimiento feminista internacional como fuerza de cambio (el Me Too guarda relación directa con la industria cinematográfica). Ante una consulta de una de las asistentes referida con si «bastaba con ser mujeres» para apostar a otro tipo de representaciones, ambas coincidieron en responder «no» y que «es sólo el principio”. “Lo que no tenemos que hacer es naturalizar ciertas cosas, dar las cosas como dadas”, dijo Mastrángelo, recalcando la importancia de la deconstrucción. En tanto, Langhi opinó que las mujeres deben empezar a confiar entre ellas, y recordó el valor que tiene que los hombres “renuncien a sus privilegios”.